miércoles, 6 de marzo de 2019

Canto de mí mismo y otros poemas

El próximo 31 de mayo se cumplirá el bicentenario del nacimiento de Walt Whitman, el poeta que ocupa, según Harold Bloom, el centro del canon literario estadounidense. Para celebrar la ocasión, Galaxia Gutenberg acaba de publicar Canto de mí mismo y otros poemas, una selección de poemas de Hojas de hierba, con la traducción que publiqué en esa misma editorial en 2014. Los poemas antologados son siete. Tres son piezas extensas y canónicas: «Canto de mí mismo», que se reproduce entero, con sus 52 fragmentos (poemas, a su vez), por ser el núcleo más representativo, a mi juicio y al de casi todos, de la obra de Whitman; «En el transbordador de Brooklyn», que revela su pasión por la ciudad de Nueva York, a la cual describe como un mundo en sí mismo, caótico y fascinante, en el que se mezclan hombres y mujeres de todas las razas, orígenes y condición, y que, a la vista del patriotismo putrefacto y su corolario, el racismo que recorre el planeta y del que ha hecho bandera el repugnante Donald Trump, debería leerse cada día, junto al pledge of allegiance (el juramento de lealtad), en todos los institutos estadounidenses y en todos los gobiernos del mundo; y «Los durmientes», que algunos críticos, como Michael Moon, han considerado uno de los más imaginativos y esotéricos de Whitman, y, probablemente, «el único poema surrealista americano del s. XIX, antecedente de la experimentación posterior» (otros, en cambio, como John Burroughs, simplemente «no lo entendían», y añadían que hablaban por muchos. Pero que un poema no encaje en las celdillas de la racionalidad no significa que no pueda seducirnos o conmovernos; de hecho, «Los durmientes» es uno de los más inquietantes y persuasivos de toda la obra whitmaniana). Canto de mí mismo y otros poemas también incluye cuatro piezas breves, cuyo laconismo contrasta con y complementa las composiciones largas: «Canto el yo», apenas ocho versos que enmarcan el propósito de toda la obra de Whitman: cantar el Hombre Moderno; «Lleno de vida ahora», otros ocho versos por los que siento debilidad, y que reproduzco más abajo; «El galanteo de las águilas», uno de los muchos poemas eróticos de Hojas de hierba, aunque no protagonizado por personas, sino por uno de sus animales preferidos, las águilas, que le valió críticas acerbas y denuncias por inmoralidad (hoy, estos versos nos parecen de un pudor extremo: hay que imaginarse, pues, la coacción puritana a la que estaban sometidos Whitman y, en general, la sociedad norteamericana de su tiempo, y, por lo tanto, el valor que demostró el poeta al quebrantarla con esta y otras maravillosas indecencias); y «¡Oh, Capitán, mi Capitán!», dedicado a Abraham Lincoln, su amigo y modelo político, cuyo asesinato en 1865 motivó otro de los poemas canónicos de Whitman, «La última vez que florecieron las lilas en el jardín», y que hizo célebre la película de Peter Weir El club de los poetas muertos (aunque «¡Oh, Capitán, mi Capitán!», que difiere perceptiblemente de su poesía versicular y libérrima, no le gustaba demasiado al propio Whitman, que en una carta llega a lamentar haberlo escrito). Canto de mí mismo y otros poemas es un volumen pulcro y manejable, pensado para lectores que no puedan o no quieran adentrarse en la voluminosa obra de Whitman, que cuenta asimismo con una breve introducción en la que he intentado resumir las claves fundamentales de la obra del norteamericano, y que se ha beneficiado del buen hacer de Jordi Doce, al cuidado de la edición.  


[LLENO DE VIDA AHORA...]

Lleno de vida ahora, compacto, visible,
yo, de cuarenta años de edad, en el año octogésimo tercero

       de los Estados, 
a quien viva dentro de un siglo, o dentro de cualquier
       número de siglos,
a ti, que no has nacido todavía, a ti te buscan estos cantos.

Cuando los leas, yo, que fui visible, seré invisible.
Ahora eres tú, compacto, visible, el que comprende mis
       poemas, y me busca,
e imagina lo feliz que serías si estuviera a tu lado y fuera tu
       camarada;
sé feliz, como si estuviera a tu lado (y no estés demasiado
       seguro de que no esté ahora contigo).



2 comentarios:

  1. Voy a tener que pedir una revisión de mi pensión. Otro libro imprescindible para mí.
    Enhorabuena, Eduardo.

    Un abrazo grande.

    ResponderEliminar
  2. PARABÉNS E GRAZAS, compañeiro Moga, poe esta nova e celmosa achega en tempos de tanta miseria...
    Líbrenos a Deusa de todo o que non sexa Ela.
    Xoán Abeleira

    ResponderEliminar