lunes, 31 de diciembre de 2018

Feliz 2019, aunque sea difícil

A los que resisten. A los que no se van de vacaciones porque tienen que cuidar a alguien. A los que procuran no molestar. A los que escriben, pero no creen que lo que escriben sea lo mejor del mundo. A los que ceden el paso. A los que no votan a Vox, ni a Trump, ni a Bolsonaro, ni a Orbán, ni a Duterte, ni a ninguna de las demás basuras neofascistas del mundo. A los que dejan de fumar. A los que no hablan solo de sí mismos. A los que dicen "buenos días" y "muchas gracias". A los que, cuando dan la mano, la dan con fuerza. A los que leen, incluso el Marca. A los que solo encuentran consuelo en la incertidumbre. A los que les cuesta dormir. A los que consideran innecesario escribir "a los y las que...", porque saben que "a los que..." incluye a hombres y mujeres. A los que siempre creen que el otro tiene razón. A los que reconocen al otro. A los que abrazan. A los que beben té. A los que se mueren en silencio. A los que van al cine y compran palomitas. A los que odian el fútbol. A los que velan a los enfermos. A los que no hacen ruido. A los que se llaman Tobías, o Segismunda, o Escolástico. A los que no son felices y no les importa. A los que aman a los animales, pero no los consideran otra cosa que animales. A los que no creen que la Tierra sea plana. A los que no creen que la Tierra sea hueca. A los que se les encoge el estómago cuando ven la cara de Aznar por televisión (y los testículos o los ovarios si la ven en persona). A los que se compadecen. A los que van al teatro. A los que ayudan, aunque ayudar les perjudique. A los que conducen con cuidado. A los que no insultan. A los que disfrutan con "Jesus, bleibet meine Freude", de la cantata Herz und Mund und Tat und Leben, BWV 147, de Johann Sebastian Bach. A los que han leído Ciudadela, de Saint-Exupéry. A los capaces de admirar. A los que no hacen daño. A los que prefieren el tren. A los que no se cuelan. A los que han bebido agua de río. A los que distinguen el amanecer del anochecer. A los que viven y dejan vivir. A los que no creen en seres omniscientes, omnipotentes y eternos. A los que no guardan rencor. A los que aprietan el tubo de la pasta dentífrica desde abajo. A los que no les gusta que les digan lo que tienen que hacer. A los que ponen los dos signos de exclamación e interrogación en los guasaps. A los que pasean. A los que justifican o quieren justificar un mal que les han hecho. A los sentimentales. A los que sobreviven. A los que miran a los ojos cuando hablan. A los que miran por un microscopio o por un telescopio. A los enfermos. A los que nunca han ido de putas. A los que no desprecian lo que ignoran (o no comprenden). A los que se aseguran de que siempre haya papel higiénico en los baños. A los que siempre se acuerdan de los cumpleaños y los aniversarios. A los que les gusta ir a museos. A los que se extasían con el canto de un mirlo, con un rayo de luz, con la contemplación de una mano. A los que disfrutan del cuerpo y hacen que los demás disfruten del suyo. A los que suben las escaleras andando. A los que no engañan a Hacienda. A los que duermen solos. A los que nunca se han ido sin despedirse. A los que creen que la elegancia no es solo un valor estético, sino también, y sobre todo, moral, y así lo practican. A los que nadie les ha regalado nada. A los que se ponen en el lugar del otro. A los que nunca se han llevado material de oficina de la oficina. A los que no repudian la obra de alguien porque ese alguien sea un cabrón. A los que nunca traicionan. A los que llevan sombrero (y se lo quitan cuando están a cubierto). A los pobres, a los perseguidos, a los desvalidos. A los que no tiran papeles al suelo. A los que se esfuerzan por no rendirse a la estupidez del mundo, aunque se sepan condenados al fracaso. A los que han visto 15 veces El sur, de Víctor Erice, o todavía lloran con la escena de la despedida de los trabajadores de la fábrica de La lista de Schindler. A los humildes. A los apóstatas. A los apátridas. A los que madrugan. A los que no saben qué es un router, ni qué significa la conexión ADSL, ni cómo funciona un ordenador. A los que desconfían de las causas. A los que abrazan una causa, aunque esté perdida, o porque está perdida. A los que nunca se enfurecen. A los que hablan uzbeco, o tagalo, o swahili. A los que, cuando más de tres personas están de acuerdo en algo, se sienten en la obligación moral de discrepar. A las madres. A los que se interesan por los suplementos culturales de los periódicos. A los que donan. A los que se les ilumina el alma con "Mujer con una jarra de agua", de Vermeer. A los que juegan limpio. A los que puntúan bien. A los que leen el periódico en papel. A los que no anteponen la nación, la tribu o el clan a las personas. A los que ceden el asiento. A los que no dicen "influenciar", "empoderar", "poner en valor", "visualizar". A los que tiemblan con San Juan de la Cruz. A los que escriben cartas. A los que se duchan cada día. A los que se enamoran. A los conductores que no se saltan los pasos de peatones. A los peatones que no invaden la calzada. A los que viajan sin saber a dónde van (ni de dónde vienen). A los que besan. A los que están solos. A los que no se tatúan. A los que no enseñan las fotos de sus viajes y sus bodas a los invitados. A los que escriben correos electrónicos largos. A los que reconocen el mérito de los demás. A los que mastican con la boca cerrada. A los que celebran la desnudez. A los que perdonan. A los que abominan de las multitudes. A los infieles acaso, pero nunca desleales. A los que agradecen que en la tierra haya María Zambrano. A los aterrorizados por la muerte. A los que saben sus defectos y son conscientes de sus debilidades. A los que cultivan la amistad. A los que tienen pesadillas. A los que ríen. A los que, como Woody Allen, entre Dios y el aire acondicionado, prefieren el aire acondicionado. A los que aguantan el dolor. A los insumisos. A los que bajan la tapa del váter. A los que no envidian. A los que se contradicen. A los que no disfrutan con el sufrimiento ajeno, ni siquiera con el de los enemigos. A los que se ríen de sí mismos. A los que practican el sexo oral. A los que restauran libros. A los que nunca claudican. A los que aman. A todos.

14 comentarios:

  1. Hermosa, muy hermosa felicitación. Gracias.

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  2. Preciosa felicitación, Eduardo. Feliz 2019 a todos los que nos hacen la vida agradable, a los que nos quieren, a los que queremos, a los que apuestan fuerte por la vida teniendo las peores cartas en la mano, a los que dan lo que no les sobra, a los que ríen tanto que no se dan ni cuenta que le han robado el móvil en sus narices, a los que lloran, a los pecadores de la pradera, a los que saben que Shangri-La existe, a los piratas, a las sirenas, a los que salen al campo a pasear y buscan tréboles de cuatro hojas, a los que no le gusta el campo, a los que se muerden las uñas, a los que convierten muros en peldaños, a los que son roca y arena, a los que se exponen a lo que temen, a los valientes. A todos. A ti y a Ángeles.

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    1. Gracias a ti por tu amistad y tu fidelidad lectora. Tus comentarios enriquecen mi blog. Y tú enriqueces mi vida. Muchos besos.

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  3. A ti, Eduardo, y a tus palabras, que emocionan, o consuelan, o estimulan, o divierten (y que siempre me encandilan). Que el 2019 baile en tus latidos, llene de miel tus labios y te gobierne con abrazos.

    Permíteme que envíe también un viejo y nuevo abrazo a los que visitan este espacio tuyo, en especial a Blanca, que a veces me nombra. Salud y amor para todos.


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  4. Gracias a ti también, Gema, por tus buenos deseos y tu presencia constante. Tu compañía es lo mejor que puede tener un blog como el mío. Besos a tutiplén.

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  5. Estoy..., estoy tragando lágrimas. Esta mañana antes de entrar a hacerme el escáner estuve leyéndote. Cómo siempre, me quedo muda ante la belleza de tus palabras. Soy muy torpe, ya me conoces. Ojalá pudiera expresar todo lo que siento cuando te leo, pero no lo logró. Que tengas un feliz 2019.

    Gema,gracias por mencionarme. No sabes cuánto te envidio. Eres una persona culta y llena de amor. Gracias por pensar en mí. Te deseo lo más bonito para este nuevo año a estrenar. Un abrazo grande.
    Gracias, Eduardo, por permitirme contestar a Gema.

    Un beso enorme.

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  6. Eres demasiado generosa, Blanca, y exageras, pero te agradezco mucho lo que dices. Te deseo toda la salud del mundo y te mando un beso enorme.

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  7. Respuestas
    1. Gracias, Agustín. Feliz de que estés ahí. Abracísimos.

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  9. Con tu permiso:
    A los que ponen los dos signos de exclamación/ interrogación en los wasaps.
    A los que suben las escaleras andando.
    Gran abrazo.

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  10. Con mi permiso y sin él. Suscribo los dos. Más aún: los incluyo en la felicitación. Con tu permiso. Abrazos apretados.

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