La Unión de Bibliófilos Extremeños, una benemérita institución que vela por la conservación y difusión del patrimonio bibliográfico de Extremadura, cumple un cuarto de siglo. Es un acontecimiento: pocas son las asociaciones que comparten en España ese fin —defender el libro antiguo, el libro que es también historia y obra de arte— y menos aún las que han sido capaces de resistir el vendaval de la crisis económica y algo aún peor para ellas: la transformación de la cultura libresca en cultura digital. Al éxito que suponen estos 25 años de vida han contribuido decididamente su actual presidente de honor, Joaquín González Manzanares, que lo ha sido ejecutivo en el último lustro —y al que acaba de suceder Matilde Muro, a la que le deseamos mucha suerte en su labor—, y la secretaria de la asociación, Teresa Morcillo, eficaz, discreta, amable y entregada a su trabajo como pocas. Para celebrar el acontecimiento, la UBEx ha publicado un libro fundamental en la historia cultural de Extremadura: Viaje pintoresco e histórico de España. Descripción de Extremadura, de Alexandre de Laborde, traducido con solvencia por Sofía Ciancas Augustín. El volumen, digno de su condición bibliófila —edición limitada de 250 ejemplares numerados, de papel verjurado cosido con hilo vegetal, encuadernación en rústica y portada en tapa dura con sobrecubierta a color: una preciosidad— cuenta con sendas presentaciones de Guillermo Fernández Vara y Joaquín González Manzanares y una amplia e incisiva introducción de Jesús María García Calderón, director de la Real Academia de Bellas Artes de Granada, "La visión desolada de una región remota. Sobre la Extremadura pintoresca de Alexandre Laborde". En el volumen encontramos docenas de láminas con los extraordinarios grabados que el equipo de artistas y eruditos capitaneados por Laborde —entre los que se contaban Jacques Moulinier, François Ligier, Jean-Lubin Vauzelle, Constant Bourgeois y su amigo François René de Chateaubriand— hizo de los principales monumentos y ciudades de Extremadura entre los últimos años del s. XVIII y los primeros del XIX, que es cuando recorre España —siempre con el apoyo de Manuel Godoy, al que está dedicado el libro— para urdir su proyecto editorial. Ahí aparecen vistas y planos de las ciudades de Mérida y Badajoz, de la ermita de Santa Eulalia y las ruinas romanas de Mérida, de los baños de Alange, de los puentes de Alcántara y Alconétar, de la villa de Coria, del arco tetrápilo de Cáparra y de los monasterios de Yuste y Guadalupe, entre otros lugares sobresalientes. Viaje pintoresco e histórico de España. Descripción de Extremadura incorpora también las explicaciones de los grabados, con valiosa información arqueológica, histórica y hasta política, muy representativa del espíritu ilustrado que animaba el proyecto. Laborde fue un personaje polifacético y singular: escritor, editor, militar, diplomático, político, viajero y anticuario. Era hijo de un financiero español, nacido en Jaca, Juan José de Laborde, que murió guillotinado por la Revolución. Tras una vida ajetreadísima, con viajes por toda Europa, misiones ante varias cortes continentales, proyectos editoriales millonarios —el propio Viaje pintoresco e histórico de España lo llevó a la ruina— y una actividad política incansable, siempre partidario de medidas liberales, murió perseguido por los acreedores, en un triste hotel de la parisina calle Saint-Lazare, en 1842. Del Viaje pintoresco e histórico de España publicó cuatro tomos, en 1806, 1811, 1812 y 1820, dedicados a Cataluña, Valencia, Extremadura, Castilla y Andalucía, con un total de 349 grabados. Es, pues, pese a su magnitud, una obra inacabada: todo el noroeste de la península queda fuera del libro. El estallido de la guerra en España en 1808 y las dificultades financieras que planteaba el proyecto impidieron a Laborde concluirlo. Quizá por eso se dirigió a otras tierras, menos convulsas quizás, pero también azotadas por la guerra, como Austria, de la que publicó otro Viaje pintoresco, entre 1821 y 1823, con un resumen histórico de la guerra entre Francia y este país de 1809, un compendio militar que alimenta las sospechas de que los viajes pintorescos de Laborde no solo estaban motivados por el interés paisajístico y científico, sino también por razones militares: para proporcionar información a Napoleón sobre caminos, fortificaciones y otros elementos estratégicos que lo ayudaran a conquistar países. El libro concluye con unas "Observaciones generales sobre Extremadura", que son, quizá, lo más interesante (y deprimente) del texto. Con su ojo progresista y científico, Laborde expone algunos problemas de la Extremadura que conoció, como la despoblación, que, más de dos siglos después, siguen apremiando a la región. Y escribe:
Un problema que da pena constatar es el de la fertilidad reconocida del suelo de Extremadura y el aspecto estéril que esta provincia presenta casi por todos lados. Hay zonas donde se puede recorrer hasta veinte leguas sin divisar una población, ni pastor, ni árbol, ni retazo de tierra cultivada. (...) En 1788 solo había en Extremadura 416.000 habitantes sobre 2.000 leguas cuadradas. La expulsión de los moros y las guerras lejanas, que arrancó a esta provincia la parte de población más activa de esta provincia, ocasionaron este estado desastroso, que varias circunstancias permiten mantener. La que menos se ha tenido en cuenta, pero quizás la más poderosa, está en el carácter perezoso de los nativos, pues, de todos los medios para proveer a su subsistencia, prefieren el que les cuesta menos esfuerzo. Este matiz se encuentra en todas las clases, desde el campesino pobre que se alimenta de bellotas y castañas hasta el propietario rico que arrienda sus tierra a la mesta. El primero se limita a un alimento basto que la naturaleza le ofrece espontáneamente y sin exigir ningún cuidado; el segundo convierte todos sus bienes en pastos porque este sistema le ahorra el trabajo de cultivarlos. (...) El comercio de Extremadura es prácticamente inexistente. (...) la poca actividad que hay en las ciudades demuestra la ineptitud o la desgana de sus habitantes para una vida marcada por la actividad. (...) Los caminos y las posadas de la región se resienten necesariamente de la inactividad de la circulación. (...) Para vergüenza de los habitantes actuales, los mejores caminos de Extremadura son los restos de las calzadas realizadas por los romanos. (...) En cuanto a las posadas, no hay quizás en toda la provincia una sola casa que merezca este nombre. Las posadas presentan —casi en todas partes— el aspecto de un establo o de una cuadra, y ya es mucho cuando se parecen a un mediocre caravasar de Oriente. Extremadura es la provincia de España más atrasada en cuanto a las artes y las ciencias. En ella no se encuentran ni escuelas, ni colegios ni establecimientos de ningún tipo para la enseñanza pública; podríamos incluso decir que la despreocupación de sus habitantes a este respecto sobrepasa los límites de la indiferencia. Sin embargo, dio, en la época del renacimiento de las letras, algunos hombres célebres, entre otros el famoso polígrafo Sánchez de Brozas y el poeta dramático Barthelemi Naharro, al que se puede considerar como el pallae repertor honestae del teatro español. Pero desde hace tiempo toda pasión por los trabajos de la mente se ha apagado en Extremadura; esta aversión de los extremeños por el estudio les ha hecho desperdiciar los recursos que posee la región en cuanto a las ciencias naturales y los pocos conocimientos que se poseen a este respecto han sido realizados por gente de fuera. (...) La manera de vivir y las costumbres de los habitantes de esta provincia se resienten mucho de la apatía y la despreocupación que reinan por todas partes; no hay ningún tipo de distracción; todo es monótono, triste y acompasado. (...) En cuanto a la parte pobre de la población, su miseria y su pereza son extremas; la desgana por el trabajo nace de la poca costumbre de hacerlo y de los pocos recursos que le ofrece la región.
Pese a visión tan negra, casi buñueliana, Laborde remata sus observaciones con un párrafo esperanzador, aunque el meollo de su esperanza no sea otro que el recuerdo de los fastos pasados:
Sin embargo, el carácter de los extremeños es relevante cuando se les facilita los medios para desarrollarlo. Su fuerza moral iguala su fuerza física; francos y sinceros, aunque taciturnos, henchidos de honor y de probidad dados a la guerra y capaces de grandes proezas, su constancia y su firmeza en la ejecución quedaron patentes en las épocas más brillantes de la historia de su región. La mayor parte de los conquistadores de México y Perú eran de esta provincia: Medellín, patria de Cortés, Trujillo, donde nacieron los Pizarro, ofrecen a los extremeños los recuerdos más gloriosos y honorables.
Laborde, con su testimonio y su crítica, rindió un gran servicio a Extremadura (y quizá también a Napoleón): contribuyó a hacerla consciente de sí y a denunciar muchos de los males que sufría. Hoy, la Unión de Bibliófilos Extremeños demuestra, con la reedición de este Viaje pintoresco e histórico de España, cuánto ha progresado Extremadura, a pesar de las dificultades por las que, como sociedad, sigue atravesando, desde aquellos tiempos desapacibles. Larga vida, pues, a este libro y larga vida también a la UBEx.
Un problema que da pena constatar es el de la fertilidad reconocida del suelo de Extremadura y el aspecto estéril que esta provincia presenta casi por todos lados. Hay zonas donde se puede recorrer hasta veinte leguas sin divisar una población, ni pastor, ni árbol, ni retazo de tierra cultivada. (...) En 1788 solo había en Extremadura 416.000 habitantes sobre 2.000 leguas cuadradas. La expulsión de los moros y las guerras lejanas, que arrancó a esta provincia la parte de población más activa de esta provincia, ocasionaron este estado desastroso, que varias circunstancias permiten mantener. La que menos se ha tenido en cuenta, pero quizás la más poderosa, está en el carácter perezoso de los nativos, pues, de todos los medios para proveer a su subsistencia, prefieren el que les cuesta menos esfuerzo. Este matiz se encuentra en todas las clases, desde el campesino pobre que se alimenta de bellotas y castañas hasta el propietario rico que arrienda sus tierra a la mesta. El primero se limita a un alimento basto que la naturaleza le ofrece espontáneamente y sin exigir ningún cuidado; el segundo convierte todos sus bienes en pastos porque este sistema le ahorra el trabajo de cultivarlos. (...) El comercio de Extremadura es prácticamente inexistente. (...) la poca actividad que hay en las ciudades demuestra la ineptitud o la desgana de sus habitantes para una vida marcada por la actividad. (...) Los caminos y las posadas de la región se resienten necesariamente de la inactividad de la circulación. (...) Para vergüenza de los habitantes actuales, los mejores caminos de Extremadura son los restos de las calzadas realizadas por los romanos. (...) En cuanto a las posadas, no hay quizás en toda la provincia una sola casa que merezca este nombre. Las posadas presentan —casi en todas partes— el aspecto de un establo o de una cuadra, y ya es mucho cuando se parecen a un mediocre caravasar de Oriente. Extremadura es la provincia de España más atrasada en cuanto a las artes y las ciencias. En ella no se encuentran ni escuelas, ni colegios ni establecimientos de ningún tipo para la enseñanza pública; podríamos incluso decir que la despreocupación de sus habitantes a este respecto sobrepasa los límites de la indiferencia. Sin embargo, dio, en la época del renacimiento de las letras, algunos hombres célebres, entre otros el famoso polígrafo Sánchez de Brozas y el poeta dramático Barthelemi Naharro, al que se puede considerar como el pallae repertor honestae del teatro español. Pero desde hace tiempo toda pasión por los trabajos de la mente se ha apagado en Extremadura; esta aversión de los extremeños por el estudio les ha hecho desperdiciar los recursos que posee la región en cuanto a las ciencias naturales y los pocos conocimientos que se poseen a este respecto han sido realizados por gente de fuera. (...) La manera de vivir y las costumbres de los habitantes de esta provincia se resienten mucho de la apatía y la despreocupación que reinan por todas partes; no hay ningún tipo de distracción; todo es monótono, triste y acompasado. (...) En cuanto a la parte pobre de la población, su miseria y su pereza son extremas; la desgana por el trabajo nace de la poca costumbre de hacerlo y de los pocos recursos que le ofrece la región.
Pese a visión tan negra, casi buñueliana, Laborde remata sus observaciones con un párrafo esperanzador, aunque el meollo de su esperanza no sea otro que el recuerdo de los fastos pasados:
Sin embargo, el carácter de los extremeños es relevante cuando se les facilita los medios para desarrollarlo. Su fuerza moral iguala su fuerza física; francos y sinceros, aunque taciturnos, henchidos de honor y de probidad dados a la guerra y capaces de grandes proezas, su constancia y su firmeza en la ejecución quedaron patentes en las épocas más brillantes de la historia de su región. La mayor parte de los conquistadores de México y Perú eran de esta provincia: Medellín, patria de Cortés, Trujillo, donde nacieron los Pizarro, ofrecen a los extremeños los recuerdos más gloriosos y honorables.
Laborde, con su testimonio y su crítica, rindió un gran servicio a Extremadura (y quizá también a Napoleón): contribuyó a hacerla consciente de sí y a denunciar muchos de los males que sufría. Hoy, la Unión de Bibliófilos Extremeños demuestra, con la reedición de este Viaje pintoresco e histórico de España, cuánto ha progresado Extremadura, a pesar de las dificultades por las que, como sociedad, sigue atravesando, desde aquellos tiempos desapacibles. Larga vida, pues, a este libro y larga vida también a la UBEx.
Muchísimas gracias, Eduardo, por el reconocimiento a la UBEx y por contribuir con tu magnífica reseña a la difusión de esta edición que impresa en los talleres de Efezeta Artes Gráficas S. L. y patrocinada por la Junta de Extremadura, ya forma parte del patrimonio bibliográfico extremeño.
ResponderEliminarBesos.