C. cayó en una depresión y ya no quiso saber de mí (ni de nadie). Á. me retiró la palabra y la amistad porque yo había retirado una tilde suya del adverbio “solo”. J. M. dejó de hablarme (y empezó a odiarme con furor) porque gané una plaza en la administración a la que él también se había presentado y que creía que le correspondía. M. J. se encolerizó conmigo porque no era como ella esperaba. E. me dio de lado porque M. J. le habló pestes de mí. X. pasó a criticar mis entradas en el blog, y luego a dejar de comentarlas en absoluto, porque J. M. me puso a caer de un burro. A F. le sentó como un tiro algo que dije en una crítica (elogiosa) sobre un libro suyo y, tras exigirme una rectificación pública, cortó relaciones. A. M. se enfadó conmigo porque no le hice un regalo a quien él creía que debía hacérselo. C. se enfadó con una pareja de amigos comunes y, por extensión o analogía, se enfadó conmigo. O. y P. no me quisieron en su editorial porque no me dejé absorber por su espíritu sectario. Á. estuvo dando largas a mis propuestas de que nos viéramos hasta que se sumió en el silencio más absoluto (acaso influido por Á., el de la tilde, al que rinde pleitesía, y por O. y P., en cuya editorial publica). R. me insultó porque decidí publicar en una editorial distinta de la suya. T. se sintió ofendida porque no le había dicho que había tenido una relación con G. S. también se ofendió porque, cuando gané la plaza por la que perdí la amistad de J. M., dejé de trabajar en su empresa. F. se indignó cuando leyó que describía su piso como "muy pequeño" en uno de mis diarios. J. rompió relaciones cuando se enteró de que había criticado, en mi blog, a quienes habían participado en un acto organizado por él y hecho mofa de los catalanes. A R. J. le pareció mal que dijera que Adolfo Suárez no había sido un gran político, sino un hombre habilidoso para estar en el lugar oportuno en el momento oportuno. Para Ya-no-recuerdo-cómo-se-llamaba supuso un agravio que mi exmujer viniese a Sant Cugat y no les hiciese una visita. D. y C. se disgustaron porque no opiné sobre un poemario que había publicado D. (era muy malo). R. pasó a criticarme cuando supo que lo consideraba un imbécil. Muchos han desaparecido de mi horizonte por la mera fluencia de la vida, por la borrosidad —y finalmente la anulación— que causa la distancia. Otros —bastantes— han salido de mi vida sin que nunca haya sabido por qué. Y alguno habrá por ahí a quien yo todavía considere mi amigo, pero que no me tenga ya a mí por el suyo.
Estimado Eduardo: a mí mucha gente incluida la familia me ha dejado de hablar, como si fuera un paria. Y te puedo asegurar que no hice nada, al contrario, si eres noble la gente te machaca. Y yo al contrario que tú, no soy brillante. No he ganado una oposición, ni soy un poeta y traductor prestigioso. Un abrazo. Diego
ResponderEliminarEl silencio o alejamiento repentino de los que han estado cerca de uno es una de las cosas que más me perturban: que no hablen, que no digan qué he hecho o dicho que les haya molestado, y que no den la oportunidad de que las cosas se recompongan, me parece un acto de inhumanidad y una bajeza moral. Gracias por tu comentario, Diego, como siempre. Espero que los Reyes hayan sido buenos contigo.
EliminarY he sido autocrítico conmigo mismo, no tengo grandes virtudes, una de las poca que poseo es que no soy rencoroso. Feliz Año.
ResponderEliminarSuma una J. a los que se sienten agradecidos por tu amistad y te consideran generoso. Un fuerte abrazo Eduardo.
ResponderEliminarGracias, Jonás. Tú honras la amistad y para mí es un privilegio tenerte por amigo. Espero que los Reyes te hayan premiado por eso. Un abrazo grande.
ResponderEliminarUn texto dinámico y certero, Yo también he perdido algunos amigos en el camino sin saber muy bien por qué, supongo que ellos y ellas tendrán sus razones. En cualquier caso añade otra J (de reciente aparición) a los que te admiran y te agradecen su presencia, y me atrevería a decir, tu amistad. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarGracias, J., por tu comentario. Y, sí, cuenta con mi amistad. Un abrazo.
ResponderEliminarVeo que ha ha entrado mi perfil de Google. Soy Julio Sánchez, de LinkedIn
EliminarYa lo sabía, Julio. Gracias otra vez.
EliminarLa envidia es muy mala, Eduardo.
ResponderEliminarGracias por quererme tanto.
Un beso grande.
No me tienes que dar las gracias por que te quiera. Quererte sucede, y eso basta. Muchísimos besos.
EliminarE.M. has perdido amigos, aunque los de verdad, que suelen ser pocos, seguro que siguen ahí. Además puedes contar con una fan más. Te he descubierto con retraso pero aún con tiempo para leerte. Este fin de semana iré a por "Hombre solo". Me hace mucha ilusión.
ResponderEliminarTienes razón, Alejandra: si he perdido a esos supuestos amigos, por los motivos que digo, es que no lo eran de verdad. Y me lo recuerdo siempre para consolarme, porque no deja de doler. Me alegro ahora de contar contigo, aunque no nos conozcamos todavía. Espero que "Hombre solo" te guste. Creo que sí te interesará, al menos: me parece encontrar cercanías entre lo que cuento en él y tu pintura interior, hopperiana, solitaria, pero no exenta de calidez. Gracias por tu comentario y feliz 2023. Un beso.
ResponderEliminarGracias a tí Eduardo por tu amable respuesta y por tomarte la molestia de indagar sobre mi pintura. Ahora leeré el libro de otra manera y me gustará más aún. Espero que poco a poco el dolor vaya amainando y que otras cosas o personas compensen las pérdidas. Feliz 2023, un beso.
ResponderEliminarAquí☝️una incondicional de lo que sea contigo.
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