Galaxia Gutenberg sigue recuperando títulos esenciales de la poesía española contemporánea. A finales del año pasado, publicó Libro del frío, de Antonio Gamoneda, un poemario —de 1992— en el que el mejor poeta español vivo, y uno de los mejores del último medio siglo, cuenta su hospitalización por una grave enfermedad (es decir, lo que la hospitalización le hizo sentir: lo que le permitió ver, tanto en un presente adolorido como en un pasado cuya recuerdo tiene mucho del madero al que se aferra el náufrago para no ahogarse) con un estilo ferozmente sintético, en el que la introspección convive sin dificultad con la fabulación y la metáfora. El carácter sintético del libro se refleja en unos poemas casi siempre muy breves —solo algunos de la sección “Sábado”, de las seis que tiene el poemario, desmienten esa brevedad—, fragmentarios y versiculares. Gamoneda vuelve a conjugar en Libro del frío un poso de sentimientos sombríos —el peso de la enfermedad, la cercanía de la muerte, la levedad del tiempo que nos corresponde, la fragilidad existencial— con un verbo encendido, a veces hasta exaltado, siempre sensual y, aunque enredado en tinieblas, polícromo, simbólico y figurativo a la vez. Otro gran poeta, Tomás Sánchez Santiago, firma un prólogo, como la palabra de Gamoneda, luminoso. En él describe Libro del frío como “un relato despedazado y sobrecogedor al que uno asistía atónito, con la conciencia erizada y los sentidos afilados hasta lo insoportable”. Esto dice un poema de la sección “Pavana impura”:
Busco tu piel inconfesable, tu piel unida por la tristeza de las serpientes; distingo tus asuntos invisibles, el rastro frío del corazón.
Hubiera visto tu cinta ensangrentado, tu llanto entre cristales y no tu llama amarilla,
pero mi sueño vive debajo de tus párpados.
El Sastre de Apollinaire, una editorial proclive a la audacia, ha publicado, también recientemente, ViVa, un poemario de E. E. Cummings, aparecido en 1931, y ahora traducido por Pedro Larrea, con epílogo de Antonio M. Figueras. ViVa es paradigmáticamente cummingsiano: vanguardista hasta la raíz. En sus poemas, las palabras se fracturan, se deshilachan, se incrustan unas en otras, implosionan; la sintaxis se quiebra, tironeada, zarandeada por múltiples impulsos centrífugos; los signos de puntuación bailan gigas (nunca minués) y rocían los textos como metralla; las turbulencias tipográficas, en fin (como esas dos “v” mayúsculas del título), dan a los poemas una textura al mismo tiempo quebrada y lúdica. Cummings se inventa términos, lo que le sirve para inventarse ideas. Y, aunque no fue siempre experimental (de hecho, una parte no desdeñable de su obra se compone de sonetos), en ViVa mantiene una actitud radicalmente crítica con el lenguaje, que da forma (o se la quita) a una crítica igualmente radical de la sociedad y la comunicación humanas. En este libro cabe destacar, con vehemencia, la traducción de Pedro Larrea, que hace frente al dificilísimo reto de cummings (pero no imposible, aunque sintamos la tentación de calificarlo así; en poesía, todo puede traducirse) con una inteligencia y una ductilidad admirables. “He procurado”, escribe Larrea, “no cruzar la línea que separa traducción de reescritura más de lo justo. (...) Mi propósito es que el público español que no maneje la lengua inglesa (ni los distintos dialectos, jergas, códigos y modulaciones del mismo que emplea Cummings con tanta maestría como apabullante variedad) pueda encontrar una honesta, por más que alucinada, aproximación al original”. Antonio M. Figueras, por su parte, nos recuerda que en ViVa se encuentran algunos de los poemas más significados de Cummings, “como ‘i sing of Olaf glad and big’, desafío antimilitarista y apología de la insumisión; [y] ‘if there are any heavens my mother will(all by herself)have’, memorable elegía una de las mejores piezas sobre la pérdida de los padres”. Así empieza este último, el número XLIII del libro:
si existen los cielos mi madre tendrá(todo para ella)
uno. No será un cielo cursi ni
un frágil cielo de lirios del valle sino
que será un cielo de rosas rojinegras.
mi padre estará(profundo como una rosa
alto como una rosa)
de pie al lado de mi
mecerme sobre ella
(en silencio)
con ojos que realmente son pétalos...
Enhorabuena por la publicación del libro de Antonio Gamoneda, es un poeta muy querido pora ti. Eric Hobsbawm, en su Historia del Siglo XX, da unas pinceladas muy sintéticas, pero certeras sobre el fascismo. Esperando la segunda parte de la entrada. Un saludo
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