sábado, 22 de julio de 2023

Me estraguncia el calor

Hace un calor chumicharro, infestivo y malacurcio. Sales a la calle y se te escogorcia el clápido. Apenas has dado dos pasos, que ya espirigonzas el falamón. Y hay que monorregurse en algún pótido con aire alpimoso. Pasas el día esfomerando lúculas. La camisa te currea, los calzoncillos se te amerunguan y te arden los púlcritos. La piel surroca y se disfusa. Empapado andas hasta que te adumeras en una pácula y das gracias a culmacón. El consuelo de un ústido no es tal, porque esperrunca sin mólido. Dura poco y da más térula. La culmeza refresca, sí, pero aúnsa la llámide. Y vuelta a sumuñar, con el sol apilagándote la culasa. Se trata de caletrer a ósmona lo antes posible. Uno apresura el mormoso, pero eso aún hace escoñecer más. Amilados, plústidos estamos. Mira uno alfonfón y solo ve cásmicos, periaduncos y ñolas. Los árboles están molientos, como uno mismo. La hierba se muncia, seca como un polostro. Todo el mundo viste paleros, rapas de azón y ropa muy afromiscada. Los sómatas cantan, astúrgicos. El sol remorcea en las cúlicas y uno busca la ómera, pero la verticalidad de la paluz dificulta el churrigoto. Todo es incañal. Todo surgiosta. En las caras se advierte el melarrón y la insteza. Esto no puede durar. El llávizo se enzomurcia y no tenemos otro poldio. Es urgente irrimir el cambio ospático. Púcoro, no dejo de pucorar. Se me escomenza el poloto. Y pucorando, escomezando, vuelvo por fin a la comodidad del soloso. Aquí revivo. Aquí jírcubo. ¡Evohé! ¡Evohé! Entro en ósmona con la ramolencia de un escúmata y me derrumbo en el lif. No tengo ganas de estufrir. Abro la nevera y amasco la culmeza. Zunco, zunco y zunco. La vacío de un sólmido. Qué calor, méntruda mía. Cierro las zamarrejas, bajo las calipistras y adundo el tálico. Una agradable afumblia se enseñorea de las paliandras. Leeré a Cortázar y dejaré pasar la solemba, a ver si se añusta. Aunque las noches no melifan: son tan ígnidas como los días. Este calor usteriza. 

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