Una loca de Calahorra
blandía un cetro y una porra.
Mas qué poco sabía
de vexilología
esa loca de Calahorra.
Tenía un grano colosal
aquel severo general.
Y en el grano se ponía
las medallas que tenía
el general, tan marcial.
Un peludísimo perrito
persigue a un gorrión, muy contrito.
Pero no trinca al bicho,
ni aunque more en un nicho,
el enmarañado perrito.
Había en Ronda un juez bellaco
que olía peor que el amoniaco.
Ni comía paella
ni ahorraba horrores
el juez de Ronda, tan bellaco.
Un carpintero muy canijo
le dijo una vez a su hijo:
si bebes piedras
y comes agua,
lucirás gordo como un botijo.
Había en el zoo un leopardo
muy triste que se llamaba Eduardo.
Tan flojo rugía
que las manchas se le caían
al pobre leopardo Eduardo.
Un proctólogo en Barcelona
visitaba a una señorona.
Y el dedo espeleólogo
lamía con deleite
la escudriñada señorona.
Me recuerdan a los textos de los libros de Edward Gorey
ResponderEliminarEduardo, esto no es para mí. ¡ Qué calor!
ResponderEliminarBesos fresquitos.