sábado, 24 de septiembre de 2016

Un repaso por libros recientes (I)

Al letraherido y, sobre todo, al letraherido que mantiene un blog literario y practica la crítica literaria los días no dejan de traerle libros: libros que le regalan o que él, insensatamente, compra. He aquí una breve reseña de algunos que me han acompañado en las últimas semanas:

Aliadòfils i germanòfils a Catalunya durant la Primera Guerra Mundial (Barcelona, Generalitat de Catalunya. Departament d'Afers i Relacions Institucionals i Exteriors i Transparència, 2016), de Andreu Navarra Ordoño, un filólogo reconvertido en historiador pero historiador que atiende tanto a las manifestaciones literarias como a los documentos políticos para comprender los hechos y fundamentar sus tesis, que ha publicado ya un versión gemela de esta, referida a la cultura española Aliadófilos y germanófilos en la cultura española, e interesantes estudios sobre el ateísmo, el anticlericalismo, el regeneracionismo o las relaciones entre las culturas española y catalana (algo que tanto interesa reforzar hoy), constituye un examen detallado, y muy documentado, del debate que mantuvieron en la prensa y los medios culturales e intelectuales catalanes los partidarios de uno y otro bando en la Gran Guerra. De sus páginas emergen los aliadófilos Josep Pla, Antoni Rovira i Virgili, Santiago Rusiñol, Agustí Calvet, Gaziel, y Apel·les Mestres, cuyo poema "Flors de sang", imprecación antigermana y elogio de Francia, ganó la eglantina de oro en los Juegos Florales de Barcelona de 1915 y se reproduce en el volumen ("D'Atila, el geni prepotent / Que tot ho arrasa y aniquila, / Del llamp caygut del firmament / Profetisat per al Sibila, / Jo so'l directe descendent / Jo so'l rebrot del gran Atila..."), con su traducción al francés; los neutrales Cambó aunque este fuese cambiando de orientación, según soplaran los vientos políticos y Eugeni d'Ors, tan buen prosista como intelectualmente anguiloso; y los germanófilos Prat de la Riba uno de los padres del catalanismo actual y Manuel de Montoliu, un escritor y estudioso hoy ampliamente desacreditado. Es curioso también saber que 954 voluntarios catalanes, nacionalizados franceses, lucharon en los frentes de guerra, y que un número indeterminado de jóvenes catalanes y españoles, que trabajaban en Francia en el verano de 1914, se enrolaron el la Legión Extranjera con el mismo fin: luchar contra los boches. 

Más que palabras (Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2016), de Pedro Álvarez de Miranda, catedrático y académico, agrupa un amplio conjunto de artículos destinados a reflexionar sobre cuestiones lingüísticas: léxicas, gramaticales y ortográficas, en la estela de los celebrados dardos en la palabra, de Fernando Lázaro Carreter, aunque sin el prurito normativista de este. Álvarez de Miranda se muestra más relativizador, y bajo la mayoría de sus trabajos subyace la idea, muy razonable, de que la lengua pertenece a sus hablantes, que son soberanos, y de que a la evolución de estos sigue la de aquella. Así, lo que hoy choca o desagrada y es incorrecto, mañana será normal, aceptado y correctísimo. Álvarez de Miranda reserva su espíritu más preceptivo para la ortografía, cuya unidad garantiza la deseable unidad de una lengua que es hablada en cuatro continentes por 567 millones de personas. En este sentido, aplaudo con vehemencia "La tilde en los demostrativos y en solo", donde razona cristalinamente el sentido y la justificación de la supresión de los acentos en estas palabras, a las que tan empecinadamente se aferran algunos (como otros, de espíritu similar, se aferraban en su época a la tilde de la preposición a). Más que palabras es una delicia de argumentación y forma, escrita con un rigor ejemplar, pero sin descuidar la agilidad y la amenidad de la prosa. Yo me lo leí, entero, en el avión que me llevaba de Madrid a Bogotá, en mi reciente viaje a Colombia. Y me quedé con ganas de más.

Las voces de los muertos (Sevilla, La Isla de Siltolá, 2016), del cubano Orlando González Esteva, es un breve poemario "fruto de una experiencia colectiva del exilio, la ancianidad y la muerte", como indica su autor en "Esquela", su prólogo. En Las voces de los muertos predominan las décimas, de tanta tradición en la literatura cubana, los sonetos y hasta los haikus, dedicados estos a recuerdo y la crítica del padre. Todo este largo planto o memento mori está atravesado por el espíritu lúdico, eufónico y sensual que González Esteva ha acreditado ya en su extensa obra anterior: su vitalismo se entrecruza con la muerte y la inhibe; o dicho con las palabras que escribió Octavio Paz sobre su poesía: "Usted no se burla de los otros, sino de sí mismo y se burla sin saña. Ni crueldad ni compasión. O mejor dicho: compasión por nuestro destino mortal; usted ha convertido la crueldad de nuestro destino en una pirueta heroica, y así ha hecho vida de la muerte". El juego es algo muy serio, como la risa. Ambos pueden transmitir la gravedad de las desventuras existenciales con más penetración que un tratado filosófico o un estudio psicológico. Y González Esteva los practica con la misma determinación con que un piloto experto gobierna una nave atribulada. Una décima se titula "La alegría de morir"; otra, "El bienestar de yacer"; y un soneto, "Uno se cansa de morirse tanto". Así dice "Los muertos de la familia" (la familia, un elemento tan importante en la vida y la poesía del exiliado González Esteva): "Los muertos de la familia / tienen la mala costumbre / de conversar a la lumbre / del ser que los domicilia. / No distinguen la vigilia / del sueño. No van a dar / a la recóndita mar / que vislumbrara Manrique. / Regresan a dar palique: / somos su único hogar".

El primer día (Sevilla, La Isla de Siltolá, 2016), del cacereño Julio César Galán, recoge su poesía escrita desde 1996 hasta 2003, aunque corregida y ampliada hasta 2015. A pesar de que un periodo creativo tan dilatado revela una forma de trabajar que fía su excelencia al pulimiento incesante, la reflexión sosegada y las perspectivas que abre el tiempo, no ha sido esta la única labor creativa de Galán, cuyos varios heterónimos Luis Yarza, Pablo Gaudet, Jimena Alba, Óscar de la Torre han firmado otras entregas de poemas y ensayos. Uno de estos, Limados. La ruptura textual en la última poesía española, de Óscar de la Torre, contiene el andamiaje teórico que sostiene a este primer día, cuya síntesis incorpora Galán a la "Nota del autor" que antecede al poemario: "[En estos versos] el movimiento compositivo se edifica, se destruye y se vuelve a edificar. Los versos llevan a otros versos y las identidades, a otras identidades. Las fronteras del poema son tratadas como una ficción, porque no son una verdad incuestionable ni un ámbito definitivo (...) El poema se percibe como una traslación de un discurso roto que se requiere unitario. Por esta razón (...) se busca un lector investigador, un lector creador, un lector que participe activa y estéticamente en la lectura". En efecto, El primer día deshace las estructuras y límites lingüísticos y estilísticos convencionales es decir, las reglas léxicas y sintácticas, y, en un sentido más amplio todavía, gramaticales y hasta visuales, y los dota de un mayor sentido, ensancha su polisemia, su hondura, su proyección, por el procedimiento de reventar costuras y armazones, previsibilidades y tópicos. Se trata de romper la enunciación tradicional: de extrañar el poema y desautomatizar el lenguaje. Esta tendencia neovanguardista persigue el destripamiento del artefacto poético, pero manteniendo la envoltura, la apariencia discursiva, el tono lírico, para evidenciar la discrecionalidad del mensaje y subrayar la relatividad de sus elementos constitutivos. La ruptura del poema también pretende multiplicar el poema (y, por lo tanto, también el yo), abrirlo, magnificarlo, hacerlo más vivo, más posible, menos cierto. Para conseguirlo Julio César Galán recurre a una serie de técnicas logofágicas: el «ostracón», el poema hecho con restos o ruinas; la «lexicalización», que fractura el texto y aísla los elementos que lo integran por medio de barras; el «leucós», que utiliza el blanco de la página para multiplicar el significado del poema; el «tachón»; la «adnotatio», o adición de notas a pie de página; la polifonía fragmentaria e intertextual; el desmontaje del signo lingüístico; y el recurso a «babel», o incorporación de otros idiomas a los poemas. Esto leemos en un poema encabezado por el epígrafe: Para qué la ilusión de los cementos del ser: "Saldrán todos los demonios / del corazón del pájaro. / Si tiene ganas de matar: pegue un tiro a su prójimo, / despiécelo con rigor, córtelo en seis trozos / y láncelos por un puente muy alto. / (Autoritaria). / Si desea que la lujuria, lo invada todo, / conquiste a la pareja de su mejor amigo/a / (como modelo de civismo), / a la hermana de su esposa (la de las medias / de colegiala), / a su suegra de grandes pechos. / Disfrutará de sus fantasías sin restricciones. / (Seria y robótica). / Sea usted mismo. // Si no desea trabajar, métase a político, / da igual izquierda que derecha, / conviértase en poeta con padrino, / con prebenda de premio, con Generación, / herede alguna embajada, algún latifundio / o algunos esclavobreros".

1 comentario:

  1. Más que palabras, de Pedro Álvarez de Miranda, será el primero que compre,mañana voy,sin duda.Gracias.Un abrazo.

    Blanca.

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