La primera novedad audiovisual es una iniciativa de Roberto Rodés, un aragonés que lleva cuatro años elaborando una fonoteca de poetas españoles. Roberto explica que la idea surgió cuando quiso conocer la voz de algún vate ya fallecido. Descubrió entonces que, a pesar de la fama que rodeaba a algunos, habían dejado muy pocos registros audiovisuales; en algún caso, ninguno. Era imposible saber, pues, cómo recitaba, esto es, cómo afrontaba la prueba crucial de la oralidad de su propia poesía. (La calidad de lo escrito y de lo recitado no siempre casa: hay poetas excelentes que leen muy mal, o a los que apenas se les entiende, o que tienen voz de pito; y también los hay abominables que recitan como Paco Valladares). Para remediar esa carencia, decidió, con otros dos compañeros interesados en la poesía, aunque no fueran profesionales de ella (esto es una garantía de éxito: cierta distancia profesional resulta esencial para que las cosas se hagan con objetividad), construir un archivo vocal en el que figuraran todos los poetas españoles de los que tuviera conocimiento y, por supuesto, que se prestaran a ello. Desde entonces organiza reuniones por España con los poetas interesados y, en largas sesiones, los graba a todos. Cuando empezó el proyecto, quizá no sospechara cuántos poetas o, mejor dicho, cuántos que se consideran poetas había en nuestro país, ni quizá que todos, casi sin excepción, querrían que los grabara, y eso ha hecho que, tras casi un lustro, la iniciativa diste de terminar, pero también que se haya conocido al dedillo la fascinante geografía patria. Según me contó, se toma estas cosas como agradables excursiones de fines de semana: al tiempo que construye la fonoteca, conoce lugares, disfruta de la gastronomía, habla con gente y, en definitiva, se divierte, que es lo que deberíamos hacer todos cuando nos lanzáramos a cualquier actividad. La página de Roberto en la que se encuentra la fonoteca se llama The Books Movie. Poesía Recitada (https://thebooksmovie.com/), y esta es la grabación que ha colgado de mi lectura de uno de los poemas de Insumisión: http://thebooksmovie.com/2017/05/30/insumision-eduardo-moga/. (También en: http://wp.me/p7ApxA-ZF).
La segunda es la entrevista que me hizo el lunes pasado Fernando Delgado en es.radio, de Mérida, emitida también, esa misma noche, en Televisión Extremeña, en una admirable simbiosis de medios de comunicación. Fernando es hijo del poeta Jesús Delgado Valhondo, cronista oficial de la ciudad de Mérida y periodista de larga trayectoria. También es el autor de un libro importante sobre la historia de la ciudad, La Guerra Civil en Mérida. La interviú que me hizo transcurrió por los cauces habituales en su programa: se habló de todo, aunque menudearon, como es lógico, las preguntas sobre mi condición de escritor y de actual director de la Editora Regional de Extremadura y coordinador del Plan de Fomento de la Lectura. Pero Fernando es conocido por husmear en asuntos más personales. Me preguntó por mi familia, por mi formación y también —aunque me había prometido que no hablaríamos de política— por la situación en Cataluña, a todo lo cual procuré dar una respuesta sincera y sosegada. Fue una charla distendida, que puede verse aquí: https://youtu.be/tgFQj-ITALI.
En cuanto a los poemas, han aparecido en tres espléndidas revistas, y no solo por su contenido, sino también por su factura, por su condición de objetos artísticos. El primero, perteneciente a un poemario amoroso que he acabado de componer estas semanas, aunque todavía está pendiente de una larga revisión, ha visto la luz en el número 7 de Suroeste, esa revista de literaturas ibéricas que promueve las literaturas peninsulares en sus idiomas originales, y que dirige con mano firme pero hospitalaria Antonio Sáez. Es la segunda vez que me asomo a la revista, tras hacerlo en el número 5, de hace dos años, con un poema de Insumisión. Me complace especialmente aparecer en compañía de autores tan relevantes —y, en muchos casos, amigos— como Ana Luísa Amaral, Álex Chico, Valter Hugo Mâe, Verónica Aranda, Martín López-Vega, Marta Agudo, Javier Pérez Walias o Mercedes Cebrián, aunque también me gusta descubrir a otros que no conocía y que aportan textos de calidad. Para los que escribimos, en muchos casos, largo y sangrado, Suroeste, con su formato grande y sus márgenes generosos, es una bendición: los poemas no sufren, o sufren mucho menos, con las estrecheces de la caja y la partición de los versos.
El segundo es el poema inaugural de Muerte y amapolas en Alexandra Avenue (Vaso Roto, 2017), que se ha publicado en el número 2 de otra revista notable, Zapato de Niebla para la Poesía, de la editorial (vallisoletana de radicación, pero universal de concepción) El Gato Gris, dirigida por José Noriega, ese pintor amante de la literatura que lleva varias décadas publicando libros de poemas bellamente ilustrados (aunque a menudo es difícil decir si son las ilustraciones las que acompañan a los textos o estos los que glosan a aquellas; la intención, en realidad, es que ambos se fundan en una sola y singular creación) y promoviendo iniciativas de todo tipo para extender una literatura y una artes plásticas atrevidas, diferentes, radicalmente contemporáneas, pero contando, en otro admirable maridaje, con medios e impresoras tradicionales, como la minerva centenaria de la que se sirve para alumbrar este Zapato de Niebla para la Poesía, anual como Suroeste, y cuyo título incorpora un guiño a una revista legendaria, aquella Caballo Verde para la Poesía, de Altolaguirre y Neruda.
El tercero, en fin, otra composición de Muerte y amapolas en Alexandra Avenue ("Casas, laceraciones..."), ve la luz en el número 3 de Heterónima. Revista de Creación y Crítica, dirigida por el poeta y escritor Antonio Rivero Machina, y editada por la Facultad de Filosofía y Letras de Cáceres de la Universidad de Extremadura. Heterónima aúna el rigor académico y el eclecticismo creativo, se demuestra pulcra y ambiciosa, y se erige en tribuna de los escritores extremeños (aunque no solo de ellos): hay investigación filológica, como un largo artículo del propio Antonio Rivero Machina sobre una autobiografía apócrifa de Gabino-Alejandro Carriedo, escrita por Amador Palacios; cuento (José Manuel Sánchez Moro, Pilar Galán); mucha poesía (Urbano Pérez Sánchez, Basilio Sánchez, Berta García Faet, Álex Chico y José Luis Bernal Salgado, entre otros); y una sección de crítica, que incluye una entrevista de Sandra Benito Fernández a Ada Salas y sendas reseñas de Álvaro Valverde y Amador Palacios. Los enlaces a la revista son:
En cuanto a los poemas, han aparecido en tres espléndidas revistas, y no solo por su contenido, sino también por su factura, por su condición de objetos artísticos. El primero, perteneciente a un poemario amoroso que he acabado de componer estas semanas, aunque todavía está pendiente de una larga revisión, ha visto la luz en el número 7 de Suroeste, esa revista de literaturas ibéricas que promueve las literaturas peninsulares en sus idiomas originales, y que dirige con mano firme pero hospitalaria Antonio Sáez. Es la segunda vez que me asomo a la revista, tras hacerlo en el número 5, de hace dos años, con un poema de Insumisión. Me complace especialmente aparecer en compañía de autores tan relevantes —y, en muchos casos, amigos— como Ana Luísa Amaral, Álex Chico, Valter Hugo Mâe, Verónica Aranda, Martín López-Vega, Marta Agudo, Javier Pérez Walias o Mercedes Cebrián, aunque también me gusta descubrir a otros que no conocía y que aportan textos de calidad. Para los que escribimos, en muchos casos, largo y sangrado, Suroeste, con su formato grande y sus márgenes generosos, es una bendición: los poemas no sufren, o sufren mucho menos, con las estrecheces de la caja y la partición de los versos.
El segundo es el poema inaugural de Muerte y amapolas en Alexandra Avenue (Vaso Roto, 2017), que se ha publicado en el número 2 de otra revista notable, Zapato de Niebla para la Poesía, de la editorial (vallisoletana de radicación, pero universal de concepción) El Gato Gris, dirigida por José Noriega, ese pintor amante de la literatura que lleva varias décadas publicando libros de poemas bellamente ilustrados (aunque a menudo es difícil decir si son las ilustraciones las que acompañan a los textos o estos los que glosan a aquellas; la intención, en realidad, es que ambos se fundan en una sola y singular creación) y promoviendo iniciativas de todo tipo para extender una literatura y una artes plásticas atrevidas, diferentes, radicalmente contemporáneas, pero contando, en otro admirable maridaje, con medios e impresoras tradicionales, como la minerva centenaria de la que se sirve para alumbrar este Zapato de Niebla para la Poesía, anual como Suroeste, y cuyo título incorpora un guiño a una revista legendaria, aquella Caballo Verde para la Poesía, de Altolaguirre y Neruda.
El tercero, en fin, otra composición de Muerte y amapolas en Alexandra Avenue ("Casas, laceraciones..."), ve la luz en el número 3 de Heterónima. Revista de Creación y Crítica, dirigida por el poeta y escritor Antonio Rivero Machina, y editada por la Facultad de Filosofía y Letras de Cáceres de la Universidad de Extremadura. Heterónima aúna el rigor académico y el eclecticismo creativo, se demuestra pulcra y ambiciosa, y se erige en tribuna de los escritores extremeños (aunque no solo de ellos): hay investigación filológica, como un largo artículo del propio Antonio Rivero Machina sobre una autobiografía apócrifa de Gabino-Alejandro Carriedo, escrita por Amador Palacios; cuento (José Manuel Sánchez Moro, Pilar Galán); mucha poesía (Urbano Pérez Sánchez, Basilio Sánchez, Berta García Faet, Álex Chico y José Luis Bernal Salgado, entre otros); y una sección de crítica, que incluye una entrevista de Sandra Benito Fernández a Ada Salas y sendas reseñas de Álvaro Valverde y Amador Palacios. Los enlaces a la revista son:
Gracias por el enlace. Es un lujo poder seguirte,leerte.
ResponderEliminarBlanca.
Querido Eduardo: este fin de semana, que estaré tranquilo en el curro, me meto a fondo con estos enlaces. Abrazos.
ResponderEliminarEs una iniciativa preciosa la del voluntariado lector y
ResponderEliminarme encantaría leer el poema inédito.
Un abrazo, Eduardo.