Manuel Rico reseñó ayer Muerte y amapolas en Alexandra Avenue en el "Babelia" de El País. Esto dice la crítica, titulada "Cambio de vida":
La construcción de una vida nueva en plena madurez suele conllevar grandes desajustes anímicos, inseguridades y una actitud entre expectante y asombrada ante el futuro. Eduardo Moga (Barcelona, 1962) ha escrito su octavo libro de poemas, Muerte y amapolas en Alexandra Avenue, bajo esa impronta. Se trata de un libro con una estructura muy pensada y con un aliento unitario, pese a su diversidad formal. La poesía torrencial de Moga, verbalmente poderosa y llena de imágenes, es un intento de respuesta a un interrogante ("Aquí ¿a qué vine? / ¿Qué sombra izó sus velas? / ¿Qué cuchillo se convirtió en antorcha?": así comienza el libro) nacido del desarraigo, del cambio de vida, de la necesidad de adaptación a Londres. La soledad, la incomunicación, el amor y sus contradicciones, la nostalgia, la relación distante pero solidaria con personajes que son parte de la urbe dialogan con la memoria propia y con la historia de nuestro destierro intelectual. Moga, así, nos ofrece un mosaico que se sustenta en la integración de estéticas y géneros. Desde el largo (y duro) poema escrito en verso libre y escalonado, "Clamor cuchillo", hasta los textos en prosa que evocan a exiliados como Barea, Garfias o Cernuda, entre otros, con que cierra el volumen. Junto a ello encontramos largos poemas que conviven con fragmentos de diario o piezas breves, entre el aforismo y el haiku. Un libro sólido, visionario en parte y en parte realista, que es metáfora de la vida urbana en el siglo XXI.
Antes, otros poetas y críticos se habían ocupado de él:
Francisco Javier Irazoki, en "El Cultural" de El Mundo (http://www.elcultural.com/revista/letras/Muerte-y-amapolas-en-Alexandra-Avenue/40198); Irazoki también lo consignó como el primero de los libros de poesía española de 2017 en la lista que publica cada diciembre El Mundo (http://www.elcultural.com/revista/letras/Las-votaciones-de-nuestros-criticos/40483).
Javier Pérez Walias, en Turia (http://www.vasoroto.com/?lg=es&id=6&pid=1092).
José Antonio Llera, en Nayagua (http://www.cpoesiajosehierro.org/web/uploads/pdf/6e7777c9708c3f88ef71270c1ff031b1.pdf).
Agustín Calvo Galán, en Quimera (nº 405, septiembre de 2017).
Jesús Aguado, en El Ciervo (http://www.vasoroto.com/?lg=es&id=6&pid=1019).
Manuel Simón Viola, en Notas al Margen (http://simonviola.blogspot.com.es/2017/04/muerte-y-amapolas-en-alexandra-avenue.html).
Alicia González, en Leer (http://www.vasoroto.com/?lg=es&id=6&pid=998) y, después, en Satisfacciones de Esclavo (https://jaberbock.wordpress.com/2017/07/12/muerte-y-amapolas-en-alexandra-avenue/).
Mario Martín Gijón, en El Periódico de Extremadura (http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/opinion/amapolas_1023263.html).
Y Agustín Fernández Mallo, en El Mundo (http://www.elcultural.com/revista/opinion/Tres-poemarios/39726).
Algunos periodistas digitales me han entrevistado o recogido mis reflexiones sobre el libro:
Esther Peñas, en Solidaridad Digital (http://www.solidaridaddigital.es/Noticias/Cultura%20y%20ocio/Paginas/DetalleNoticia.aspx?SDid=24802).
Y Ricardo Iván Paredes en Pliego Suelto (http://www.pliegosuelto.com/?p=23051).
Algunos periodistas digitales me han entrevistado o recogido mis reflexiones sobre el libro:
Esther Peñas, en Solidaridad Digital (http://www.solidaridaddigital.es/Noticias/Cultura%20y%20ocio/Paginas/DetalleNoticia.aspx?SDid=24802).
Y Ricardo Iván Paredes en Pliego Suelto (http://www.pliegosuelto.com/?p=23051).
A todos ellos, y a los directores y coordinadores de las revistas y medios culturales que han acogido su trabajo, muchas gracias.
No se entiende al mendigo:
ResponderEliminarel alcohol le ha consumido la voz.
Pero lee a William Blake.
Sentada en un banco, frente al río,
rodeada de bolsas,
entre montones de nieve blanca,
una mujer negra.
Los dientes cariados del pordiosero
le manchan la sonrisa.
No obstante, sonríe.
El mendigo da los buenos días
a todo el que entra en la estación.
Muerte y amapolas en Alexandra Avenue. Estampas del destierro. Eduardo Moga