miércoles, 10 de enero de 2024

La multitud y sus formas: sobre Agustín Fernández Mallo

Tras varios ensayos, en los que ha investigado en la poesía posmoderna (Postpoesía. Hacia un nuevo paradigma) y en los conceptos de creación —a partir de los residuos, de la basura, de quienes han creado antes que nosotros— (Teoría general de la basura (cultura, apropiación, complejidad)) e identidad —formada, asimismo, por una caótica agrupación de informaciones, sobre la que no tenemos control y ni siquiera conocimiento— (La mirada imposible), Agustín Fernández Mallo (La Coruña, 1967) entrega, con La forma de la multitud (capitalismo, religión, identidad) (Galaxia Gutenberg, 2023, I Premio de Ensayo Eugenio Trías), su ensayo más político. Denso de filosofía, como los anteriores, La forma de la multitud abunda y profundiza en asuntos esbozados, o solo parcialmente desarrollados, en La mirada imposible, publicado en 2021 por una pequeña editorial gerundense. Fernández Mallo analiza las tripas del capitalismo, un sistema descentralizado, fagocitador e infinitamente elástico, y su modo de construir no solo su hegemonía económica e ideológica, sino también, y sobre todo, la identidad (o identidades) de quienes lo sostienen, es decir, hoy, de todo el mundo. Algo esencial en esta fase de su desarrollo —en que ha logrado persuadirnos de que la reivindicación de la identidad, y no la justicia social, es la clave de la emancipación humana—, que se consigue gracias a la suma intangible y desordenada, pero gobernada con firmeza teleológica e implacabilidad estadística, de los elementos que constituyen esa identidad; una suma resuelta por la Red, por el invisible monstruo digital, una realidad tan fantasmagórica como apabullante. 

Desde esta idea seminal, el autor de Nocilla Dream avanza en todas direcciones. Porque así ha operado siempre Fernández Mallo: expandiéndose, ramificándose, multiplicándose, pero sin que esta distensión disperse las ideas, sino, por el contrario, amalgamándolas en una cadena de perturbadoras figuraciones. De hecho, este es, a mi juicio, el principal atractivo del pensamiento de Fernández Mallo: a lo mejor, lo que dice no es una verdad empírica, ni una especulación irrefutable, pero siempre conmueve por su lucidez, por su capacidad para alumbrar realidades nunca concebidas y vínculos insospechados entre las cosas. De hecho, uno puede discrepar de lo que dice, o incluso descubrir contradicciones en su argumentación, pero esta resulta siempre más afortunada que la de tantos ensayistas narcóticos, y abre caminos de reflexión —y de placer estético— desconocidos hasta ese momento. Fernández Mallo practica el ensayo en el sentido clásico del término: como tanteo, como averiguación, como pensamiento en marcha, dinámico, vacilante a veces, pero siempre vivo, saltando de una proposición a otra como un bailarín, o como si bajara por los rápidos de un río, acomodándose a su imprevisible encadenamiento de turbulencias. Sus páginas, coherentes en el iter discursivo, chisporrotean de excursos, de intersticios en los que se insinúan otros discursos, de centelleos que son, a menudo, iluminaciones. La habilidad de Fernández Mallo para engarzar ideas alejadas o incluso contrarias entre sí, esto es, para ejercer la inteligencia, nunca decae. En el epígrafe «Cuando la contabilidad entra en el discurso religioso», leemos: «Los contemporáneos procesos de creación de identidades estadísticas a través de los análisis big data, que operan en esa masa que es la Red, tienen su origen teológico en la selección de almas que, según el cristianismo, hará Dios el día del Juicio Final»; y, un poco más adelante, asevera: «La religiosa propagación del mal, del pecado original encarnado en la amorfa forma de la masa y de la multitud, tiene su espejo en la biología simple, no compleja, prácticamente unicelular y bacteriana». El big data y el Apocalipsis, el pecado original y los protozoos: extremos nunca antes eslabonados, que aquí sugieren una continuidad esclarecedora. 

A Agustín Fernández Mallo le encanta subvertir las ideas establecidas, abrir claraboyas —o avenidas— en lo consabido y ejercer la metáfora. La metáfora, en tanto que fusión de realidades distintas y distantes, tanto más eficaz cuando más distantes sean, es la figura que mejor se adecua a su estilo y la que mejor sintetiza su forma de razonar. Y también es el núcleo de su concepción de la literatura. Porque Fernández Mallo es poeta antes que nada, o por encima de todo, ya escriba poesía, novela o ensayo. Inmediatamente antes de la segunda cita transcrita, ha dicho: «Todas las células son la misma célula, todas las Hydras son la misma Hydra, todos los electrones son el mismo electrón, todos los fuegos, el mismo fuego»: un pasaje, hecho de emparejamientos, de rítmicas simetrías, intensamente lírico —y a cuya redacción, en una nueva paradoja, ha contribuido la condición de físico nuclear de su autor—. Sin embargo, toda esta poesía se vierte en una prosa clara y fluyente, que nunca se enreda en abstrusas jergas académicas o se vuelve un engrudo intransitable. Su voluntad es omnicomprensiva, como en los filósofos antiguos, y con ella desmiente una posmodernidad de la que se le ha considerado portavoz: Fernández Mallo gusta de articular sistemas complejos, que integren todas las hebras del tapiz elaborado, aunque sea consciente de que no hay, ni puede haber, universos clausos, y de que todo lo que forma parte de la vida participa de una inasibilidad esencial. Al escritor se le puede aplicar lo mismo que él mismo dice de los fenómenos expansivos: «[aquellos] que, partiendo de un punto de dimensiones más o menos reducidas, crecen de tal modo que su desarrollo tiende a infinito. (…) La expansión es algo propio de los sistemas abiertos, aquellos que, con sus hábitats y entornos, intercambian materia, energía e información a través de sus fronteras; unas fronteras que, por lo tanto, son porosas, en contraposición a los sistemas aislados, que carecen de intercambios en su entorno». Agustín Fernández Mallo es un sistema abierto en sí mismo, que tiende al infinito.

[Este artículo, con el título de “¿Por qué soy lo que soy?”, se publicó en Turia, nº 148, noviembre de 2023-febrero de 2024, pp. 443-445]

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