Perplejidad 1: Si los partidos que propugnaban la independencia obtuvieron en las últimas elecciones autonómicas el 48% escaso de los votos, frente al 52% que cosecharon los partidos constitucionalistas, ¿por qué han gozado de la mayoría absoluta en el Parlament, que les ha permitido conculcar la legalidad vigente y promover la secesión? La ley que lo ha propiciado, Orgánica del Régimen Electoral General, es la española. Cataluña es la única comunidad autónoma que no tiene una ley electoral propia. Ha sido, pues, una norma del Estado la que ha transformado una minoría social en una mayoría política y, en última instancia, la que ha establecido el sostén institucional del proyecto separatista que pretendía la amputación del Estado.
Perplejidad 2: Si, como señalan las encuestas, y siempre que se presenten todos los partidos a los que se ha incluido en ellas, las elecciones del próximo 21 de diciembre arrojan un resultado muy parecido al de las últimas autonómicas, que dieron la mayoría parlamentaria al independentismo, ¿se empezará otro procés? ¿Volveremos a la casilla de salida? ¿Repetiremos la historia y entraremos en un bucle borgiano, potencialmente infinito, de ruptura con la ley española y reinstauración de la ley española?
Perplejidad 3: Si no hay una mayoría de catalanes que quieran la independencia (como demuestran el resultado de las últimas elecciones autonómicas y todas las encuestas que se han publicado en este país desde hace un lustro), ¿por qué partidos políticos que dicen representar a los catalanes promueven algo que no quiere la mayoría de los catalanes? ¿Y por qué hablan en nombre del pueblo catalán, cuando solo representan a una minoría del pueblo catalán?
Perplejidad 4: Si hay más de dos millones de catalanes que no se sienten españoles, que no quieren ser españoles, y que están dispuestos a (casi) cualquier cosa para dejar de ser españoles (como demuestran el resultado de las últimas elecciones autonómicas y
todas las encuestas que se han publicado en este país desde hace un lustro), ¿por qué no se trabaja, en Cataluña y en España, por encontrar la forma de dar una respuesta democrática a ese hecho? ¿Por qué no se entiende que el verdadero problema social y político al que nos enfrentamos es que un amplio número de ciudadanos catalanes rechaza la ciudadanía española, y que hasta que se resuelva no se podrá apagar el incendio del independentismo?
Perplejidad 5: ¿Por qué en otros países, indiscutiblemente democráticos, como el Reino Unido, el Canadá, los Estados Unidos o Dinamarca, pueden celebrarse, incluso varias veces, referendos sobre la autodeterminación de partes de sus territorios (Escocia, Quebec, Puerto Rico e Islas Feroe, respectivamente), pero en España no?
Perplejidad 6: ¿Por qué se repite la sandez de que un referéndum sobre la autodeterminación en Cataluña debería ser votado también en el resto de España, con el inverosímil argumento de que lo que es de todos no puede ser modificado por unos cuantos? De entrada, estaría bien que por fin supiéramos todos qué piensan y qué quieren los catalanes sobre la cuestión, para establecer dónde se sitúan la mayoría y la minoría, algo siempre relevante en democracia. Pero también hay que recordar que el Estado, todo Estado, es —o debería ser, si somos cabalmente democráticos— un acuerdo entre ciudadanos, y que si un número significativo —claramente mayoritario— de habitantes de un territorio cultural, histórica y políticamente reconocible quiere dejar de pertenecer a la entidad política cuya nacionalidad ostenta, su voluntad debería bastar para hacerlo. Por equivocada que fuera la decisión, el Reino Unido no necesitó del acuerdo de todos para dejar la Unión Europea: solo del suyo propio. Cuando una pareja se separa, es indudable que la separación afecta a toda la familia: hijos, suegros, parientes políticos; hasta a las mascotas. Sin embargo, el divorcio no se somete a la decisión de todos, ni siquiera a la de los dos miembros de la pareja: con que uno desee disolver la unión es suficiente. Cuando el socio de una empresa, o un propietario de una comunidad de vecinos, o el miembro de un club, quiere abandonar el grupo, su decisión no queda al albur del grupo, sino solo al suyo. Porque hacerlo de otro modo supone negarle la libertad y el derecho de marcharse y obligarle a permanecer en una sociedad de la que ya no quiere formar parte. La norma moral establece que, para el ingreso en la comunidad, hace falta el acuerdo de todos, pero, para la salida, solo se necesita la voluntad de quien quiera irse. Hasta el Código Civil español establece que "nadie está obligado a permanecer en indivisión".
Perplejidad 7: ¿Por qué se nos machaca, igualmente, con que sin ley no hay democracia, ni concordia, ni convivencia, ni vida inteligente en el planeta? También aquí hay que recordar que la ley es un instrumento creado por el hombre y al servicio del hombre, y no una realidad ajena a su devenir, ni un fin en sí mismo. Es obvio que hay que respetarla, y modificarla, en todo caso, como la propia ley establezca: a estas alturas, ninguna persona sensata dudará de que sea imprescindible para regular las relaciones sociales y garantizar el uso legítimo de la violencia. Pero la ley ha de ser siempre el fruto de las necesidades humanas: de lo que la comunidad juzgue en cada momento más adecuado para ordenar su vida. La ley humana no es la ley de Moisés: no tiene carácter sagrado. La ley no puede ser la coartada para evitar el debate político.
Perplejidad 8: ¿Por qué insisten los independentistas en considerar a los jordis —Cuixart y Sánchez— "presos políticos", cuando no se les ha detenido por lo que piensan, sino por lo que han hecho, que para la Fiscalía constituye un delito de sedición? Los jueces determinarán, de acuerdo con un Código Penal y un tipo penal que ya existían mucho antes de que los jordis se comportaran como lo hicieron, si eso ha sido así o no. Puede que la imputación de la Fiscalía y su encarcelamiento provisional sean excesivos, pero lo que los ha llevado ante los tribunales, y lo que determinará su inocencia o su culpa, no ha sido su ideología, sino sus actos.
Perplejidad 8: ¿Por qué insisten los independentistas en considerar a los jordis —Cuixart y Sánchez— "presos políticos", cuando no se les ha detenido por lo que piensan, sino por lo que han hecho, que para la Fiscalía constituye un delito de sedición? Los jueces determinarán, de acuerdo con un Código Penal y un tipo penal que ya existían mucho antes de que los jordis se comportaran como lo hicieron, si eso ha sido así o no. Puede que la imputación de la Fiscalía y su encarcelamiento provisional sean excesivos, pero lo que los ha llevado ante los tribunales, y lo que determinará su inocencia o su culpa, no ha sido su ideología, sino sus actos.
Perplejidad 9: ¿Qué ha pasado para que, hace diez años, el independentismo no concitara sino un 20% de los votos y hoy recabe casi el 50%? ¿Alguien se ha puesto a estudiarlo? ¿Alguien está dispuesto a aceptar la parte de responsabilidad que le corresponda? ¿Está, por ejemplo, el PP dispuesto a admitir que recoger firmas en toda España contra la modificación del Estatuto de Autonomía impulsada por Pasqual Maragall, y que ahora con tanto ahínco dicen defender (recolectaron 4 millones, muchas de ellas no contra el Estatuto de Cataluña, que la inmensa mayoría de los firmantes ni había leído ni pensaba nunca leer, sino contra Cataluña), fue un error monumental? ¿Y que la sentencia del Tribunal Constitucional que anuló, modificó o reinterpretó más de 40 artículos del nuevo Estatuto, además de suprimir elementos de gran valor simbólico, después de que los catalanes lo hubieran aprobado en referéndum, supuso una ruptura catastrófica del pacto constitucional?
Perplejidad 10: ¿Por qué gente que uno creía lúcida, o por lo menos sensata, dice barbaridades como que el desafío independentista ha supuesto la mayor crisis de la democracia española, cuando la democracia española ha tenido que defenderse, en estos cuarenta años de andadura, de un golpe de Estado que ocupó el Congreso de los Diputados, sede de la soberanía nacional, tuvo secuestrado al gobierno y sacó los tanques (¡los tanques!) a la calle en Valencia, y de una terrorismo etarra que ha causado 829 muertos y miles de heridos y damnificados? ¿Por qué se compara al independentismo catalán con el fascismo o el nazismo, cuando el primer principio de ambos regímenes era el uso de la fuerza para alcanzar sus objetivos, y toda su ideología se amparaba en el racismo, la violencia y la negación de los derechos humanos?
Perplejidad 11: ¿Por qué se compara al constitucionalismo con el fascismo o el nazismo, cuando se limita a defender otro proyecto político, basado en el mantenimiento de la unidad política de la que forma parte, y de la que lleva formando parte tres siglos, Cataluña?
Perplejidad 12: ¿Por qué se ofenden algunos nacionalistas españoles cuando se les llama nacionalistas? ¿Por qué niegan serlo? ¿Por qué solo atribuyen la condición de nacionalistas a los nacionalistas periféricos, que aún no gozan de la plena soberanía de que ellos disfrutan? En realidad, los nacionalistas españoles defienden, y reclaman para sí, lo mismo que los nacionalistas catalanes: identidad, soberanía y Estado, es decir, fronteras y poder. Los nacionalistas españoles son tan independentistas como los independentistas catalanes (o de cualquier otra comunidad), aunque sus ansias de independencia recaigan en entidades políticas diferentes. Pero ambos quieren la independencia de sus países frente a los demás países. No es aventurado afirmar que Mariano Rajoy, por ejemplo, se siente muy español y mucho español, y que le molestaría que le obligaran a ser francés, o búlgaro, o mongol, o cualquier otra cosa que no fuese ser español. Pues lo mismo supongo yo de Carles Puigdemont, Oriol Junqueras o cualquiera de sus secuaces separatistas: tampoco les apetece ser franceses, ni búlgaros, ni mongoles, ni españoles, ni nada que no sea ser catalán. ¿En qué se diferencian las masas que hacen ondear esteladas y las que, convocadas por VOX o la Fundación DENAES —en Defensa de la Nación Española—, blanden banderas españolas? ¿En qué son distintos los cuperos que insultan, montan escraches, tiran huevos o destrozan coches de la Guardia Civil de quienes acuden a vitorear la salida de esos mismos coches de la Benemérita camino de Cataluña al grito de "¡A por ellos!" o de los policías que, acosados en sus lugares de alojamiento en Cataluña, abandonan la profesionalidad que les es exigible y salen a la calle por la noche, de paisano, pero con porras, a apalear a quienes los increpan?
Perplejidad 13: ¿Por qué gente con estudios y a la que no considerábamos idiota se empeña en creer en una realidad fabulosa, que no tiene nada que ver con la realidad real? ¿Por qué Puigdemont, su gobierno y sus adeptos han seguido fanáticamente adelante, derrochando ilusión, energía y recursos, por un camino que no podía conducir a nada, porque ni contaba con la mayoría social suficiente ni tenía capacidad para sortear la oposición de un Estado con todo el poder, jurídico, militar e internacional, a su disposición? ¿Por qué creen que los catalanes han votado por la independencia en un referédum como el del 1 de octubre? ¿Por qué afirman que se ha proclamado la república catalana independiente en el Parlament, y se comportan como si ese ente existiera? ¿Por qué el expresidente Puigdemont y sus exconsejeros siguen actuando como si aún lo fueran?
Perplejidad 14 y última: ¿Por qué nadie parece darse cuenta de que la identidad, y el afán de pertenencia a una entidad política en la que esa identidad cristalice a los ojos del mundo, es una construcción sentimental que arraiga en la infancia y que (casi) siempre prevalecerá sobre la consideración racional?
Posdata perpleja: ¿Por qué los rivales políticos de uno y otro signo y los tertulianos televisivos se pisan las intervenciones, se interrumpen mutuamente y, en fin, nunca dejan hablar a los demás? ¿Por qué no escuchan en lugar de asestar, contra todas las leyes de la educación y el diálogo, sus monólogos acorazados o impermeables? Propongo una solución: que se les apliquen a todos unos electrodos en los órganos genitales y que, cada vez que interrumpan a quien esté en el uso de la palabra, se les descarguen unos cientos —bueno, en el caso de Marhuenda e Inda, unos miles— de vatios. Nada que inflija un daño permanente, pero sí un intenso sufrimiento momentáneo y que haga reflexionar sobre la insignificancia de las pretensiones humanas. Creo que así conseguiríamos que nadie pisoteara el derecho a expresarse de los demás. Y entenderíamos lo que dicen, si es que realmente tienen algo que decir.
Posdata perpleja: ¿Por qué los rivales políticos de uno y otro signo y los tertulianos televisivos se pisan las intervenciones, se interrumpen mutuamente y, en fin, nunca dejan hablar a los demás? ¿Por qué no escuchan en lugar de asestar, contra todas las leyes de la educación y el diálogo, sus monólogos acorazados o impermeables? Propongo una solución: que se les apliquen a todos unos electrodos en los órganos genitales y que, cada vez que interrumpan a quien esté en el uso de la palabra, se les descarguen unos cientos —bueno, en el caso de Marhuenda e Inda, unos miles— de vatios. Nada que inflija un daño permanente, pero sí un intenso sufrimiento momentáneo y que haga reflexionar sobre la insignificancia de las pretensiones humanas. Creo que así conseguiríamos que nadie pisoteara el derecho a expresarse de los demás. Y entenderíamos lo que dicen, si es que realmente tienen algo que decir.
Muy perpleja me he quedado, jajaja saludos Eduardo.
ResponderEliminarMe alegro de tenerte por aquí, Gabriela. Espero que todo te vaya muy bien. Un beso enorme.
EliminarComparto alguna de tus perplejidades, Eduardo. Hay que reconocer que se convenció a muchísima gente con aquello de que crear una República desde cero sería "bufar i fer ampolles" cuando algunos ya avisábamos que ni de lejos sería así. Estamos viendo cómo se ha tirado el tiempo sin tener preparada ninguna estructura de estado (Mas dixit) durante los últimos años.
ResponderEliminarComo independentista temo que el "Tour internacional" del Govern se convierta en una travesía a lo Willy Fogg. Y temor también me provocan las elecciones del 21D si se presenta algún Conseller actual (?) en las listas. El actual (?). Como en todo ejecutivo, govern tiene gente muy preparada, pero hay otros, una mayoría, que son incapaces de gobernar sin tener cerca una senyera que tape todas sus carencias y como políticos al mando de departamentos de relevancia. ERC (sobretodo) y PdeCAT que tiren de gente capaz... ídem con C's y PPSOE.
Un abrazo
Magnífico artículo, Eduardo. Si se hubiesen aplicado a tiempo los electrodos a todos los responsables que nos han llevado a esta locura, otro gallo cantaría.
ResponderEliminarQuerido Eduardo,
ResponderEliminaruso esta sección pública de comentarios precisamente por practicar el debate sereno y matizado, es decir, todo lo contrario al “tertulianismo bélico” que tan bien criticas en tu escrito…
Desde una posición perpleja, como la que expones, quiero comentar los distintos puntos que has puesto sobre la mesa… Llevo varias semanas en un periplo ideológico difícil pero interesante: de mi habitual crítica frontal a los nacionalismos a la matización esperanzada de cierto proyecto independentista en Catalunya… (que no es sólo el de sus líderes!)
Sigo el orden de tu exposición:
Punto 1: Totalmente de acuerdo. La falta de una amplia mayoría social es el principal problema de este proyecto, y eso pone en duda: a) la pretendida uniformidad de pensamiento en Cat (esgrimida por los voceros), b) la “legitimidad” de una legalidad paralela (sin una mayoría amplísima, ¿cómo se propone crear un nuevo Estado?) y c) la urgencia del momento escogido (que nos ha llevado donde estamos ahora, por falta de preparación, visión de futuro o políticas sociales reales distintivas, que animaran a la gente a sumarse a la posible República…)
Un matiz: Usaste la palabra “amputación” del país… Es una metáfora, pero no es neutral. Cuando se cercena un cuerpo, este sufre, y el miembro ampputado queda inerte, muerto. De acuerdo: que al resto del cuerpo (España) le dolería, está claro. Lo que no tengo claro es que una Catalunya fuera de España no fuese capaz de seguir viviendo y prosperando… después de un tiempo de adaptación... Posiblemente sí podría funcionar: así lo dijo el Financial Times, por ejemplo, hace unos días.
Punto 2: Me parece que sí. El procesismo infinito puede ser una buena opción para algunos partidos que quieren seguir liderando, aunque ya estaban de caída… Puede ser que sigan priorizando este tema en lugar de “hacer política” de verdad, como por ejemplo las políticas sociales, tan abandonadas…
Punto 3: Claro. Lo han hecho siempre: ¿Recuerdas cuando Pujol quería ser sinónimo de Catalunya? Ahora también quieren uniformizarnos bajo sus banderas…
Puntos 4, 5, 6 y 9: Exacto. El inmovilismo y la indiferencia prepotente del Gobierno español es, a mi juicio, el manantial del discurso independentista, su fuente de argumentos principal. Un Gobierno que ni siquiera asume de verdad la “plurinacionalidad” de España no ofrece muchas más salidas a los que quieren un cambio… La cerrazón es el principal obstáculo. Y la violencia, ejercida en nombre de la Ley, carga de razones y aviva la propaganda de los independentistas. Como tú dices: ¿Por qué no se puede realizar un referéndum normal en este país? Acaso nuestra historia sangrienta impide a algunos (que ni siquiera han condenado aún el franquismo) hablar de ciertos temas con serenidad…
Punto 7: Eso es lo que a mi más me crispa: la referencia a la Ley por parte de un partido que se la salta cuando le apetece, que no solo no contempla la posibilidad de reformarla, sino que la endurece… Pero eso, porque las leyes injustas no son para mí leyes, creo en la desobediencia civil para cambiarlas… Subrayo: civil, es decir, del pueblo. No de las élites que sólo lo usan propagandísticamente… (¡Si no han preparado aún las estructuras de Estado!)
Punto 8: Llamarlos “presos políticos” quizá sea excesivo, pero creo que es aún más excesiva la condena del juez: prisión preventiva! Hay vídeos de uno de ellos intentando poner paz en la gente para evitar el “desorden” excesivo, por ejemplo. El recurso a las condenas me parece nuevamente signo de incompetencia política.
ResponderEliminarPuntos 10 y 11: Igual de perplejo que tú. Al gobierno de España le interesa anatemizar al independentismo (y la lista de adjetivos horribles es infinita). En el ABC se publicó hace poco una reseña hablando de la Torre de Babel y del “problema” de que haya distintas lenguas!!!
Y al independentismo le interesa “fascistizar” todas las otras opciones políticas para ganarse a los suyos y crear más polarización… Es horrible: entre trincheras, vamos viendo las bombas pasar…
Apunte: en algunos aspectos (1-O, por ejemplo) el Gobierno se gana a pulso algunos de los epítetos (aunque eso no me haga olvidar que los Mossos también golpearon el 15 M :)
Punto 12: Eso no lo he entendido nunca. ¡Si son tan nacionalistas, o más, que los catalanes! Y encima, la historia (y algunos símbolos a los que se acogen) es a menudo atroz e imperialista… Si esto es España… Solo sacan la bandera para enfrentarse a otras banderas, no para pedir justicia social, por ejemplo… No sé qué nacionalismo es peor o más peligros...
Un apunte: comparas la "beligerancia" de los cupaires con la de ciertos guadiaciviles, pero en cuanto a comparar violencias (no era tu ejemplo) debo decir que, a pesar de estar en contra de los gestos "fanatizados" de algunos independentistas, en ningún caso puede compararse (tú no lo hacías, lo añado yo) con la violencia ejercida por el Estado: estructural, tumbando leyes y ninguneando a media Catalunya; y física, por parte de la Policía en un abuso flagrante de los derechos humanos... y por parte de grupos de ultraderecha, en sus manifestaciones. En Catalunya ha habido gritos, consignas, escraches y manifestaciones, pero las únicas hostias de verdad han venido de la derecha...
ResponderEliminarPunto 13: En este punto es donde puedo ofrecer algo de “discrepancia” creativa. En cuanto a los políticos, de acuerdo contigo: creo que lo hacen mal, sin mayoría social real, y para su propia gloria. Pero en cuanto a la GENTE, quiero matizar…
En el independentismo popular actual concurren diversas ideologías, y algunas de ellas están por un cambio social de verdad, que no solo apunta al Estado español, sino también al neoliberalismo. Hay muchas voces que reclaman que quizá en una república más pequeña se podría conseguir un cambio de paradigma que nos alejara de la sumisión a la España Bipartidista, la UE (neoliberal), el FMI y el Banco Mundial. Porque la globalización arrasa todas las soberanías (en plural: energética, económica, política, social,...)
Hay propuestas de cooperativismo, de ecología, de igualdad de género, de economía sostenible,… Es una esperanza que abrazo, aunque no comparta el mensaje y los modos de los “líderes”…
Lo más interesante que he encontrado es esto: www.procesconstituent.cat. Libro de propuestas. Por eso yo lucharía! Está inspirado en los procesos constituyentes de Islandia y Bolivia, por ejemplo. Pero probablemente hace falta más tiempo y mayoría social para llegar a ello… y ojalá se hiciera en toda España. Es una utopía, pero me anima mucho más que la República fake que están haciendo los juntspelsís…
Punto 14: Otro matiz: creo que el proyecto independentista ya no es solo "sentimental"... eso es el nacionalismo, y no hay que confundirlo. Yo nunca he tenido ese sentimiento (tampoco el español), y sin embargo me atrae la idea de una República catalana (según el modelo que cité, del Procés Constituent, anticapitalista y sostenible). Hoy en día es un "proyecto político", que incluye, además de los "identitarios" de siempre (posición totalmente legítima, por supuesto), a mucha gente que reclama un cambio real, estructural, muy parecido al 15M, y que ven en una nueva República (si quieres soñada, utópica, futurista, pero legítima) una puerta abierta para los que nunca hemos participado de un proceso constituyente... sin que eso implique necesariamente un sentimiento arraigado nacional... Somos una gran minoría, pero no queremos que se nos confunda con los abanderados pedecatistas... :)
Posdata: Totalmente de acuerdo en los electrodos genitales! :) Es infame el tipo de debates que se ven en TV, la futbolización de la política, el reduccionismo de los argumentos. A eso ayudan la incompetencia de muchos políticos y el gregarismo acrítico de mucha gente, aunque nos pese...
Espero no haber abusado de la hospitalidad de la sección comentarios del blog, y haber aportado alguna idea nueva al debate... Abrazo!
Genial, es lo más atinado y ecuánime que he leído últimamente sobre el tema. Yo también voto por los electrodos.
ResponderEliminar" Mala cosa es tener un lobo cogido por las orejas, pues no sabes cómo soltarlo ni cómo continuar aguantándolo ".
ResponderEliminarTerencio.
Un abrazo grande.
"Nunca cojas a un leopardo por la cola. Pero, si lo has cogido, no lo sueltes".
EliminarProverbio africano.
Besos.
Lo tendré en cuenta.
ResponderEliminarQuisiera añdir un par de observaciones a esta lúcida reflexión que acabo de leer.
ResponderEliminaren esta larga cadena de despropósitos que ha sido el tema del process ha habido tres fases distintas, a mi juicio. Reconozcamos que en una primera fase se trataba de un enfrentamiento entre Cataluña, de la que se pretendía salir. Más tarde, el problema se internalizó como conflicto entre los propios catalanes, secesionistas y constitucionalistas, con lo que se consuguió crispar y polarizar las dos grandes masas sociales. Me temo que estamos ya pasando esta segunda fase y entrando en la tercera, que es basicamente entre fanáticos y gente que racionaliza. Por supuesto, en los dos frentes opuestos hay gente que representa estas dos maneras de ser, y ninguno es exclusivo de un único bando.
Qué casualidad que los fanáticos, los pasionales, los irracionales sean los que se salen con la suya, y arrastren a la gente de bien auna causa y a un enfrentamiento que ninguna persona con dos dedos de frente propició.
Siempre suele ser así, parece que va implícito en la raza humana: los extremos empujan a todos los demás detrás de ellos. Entre el blanco y el negro existe siempre cantidad de grises matizables; pero, oh casualidad, esta gente racional, equidistante, dispuesta a negociar cívicamente, suelen ser catalogados de tibios o de cobardes insustanciales.
No hay duda de que se ha llegado a esta situación debido a la terquedad y la cerrazón de ambas partes. Así lo veo yo.
Ummm... Por favor, que alguien saque de un cajón algún artilugio de abracadabras, y nos devuelva el sentido común...
ResponderEliminarEspero no pedir demasiado.
Sr. Moga, casualmente buscando su ultima publicacion por las librerias virtuales, referenciada en el cultural, me he encontrado con este blog y esta entrada en concreto... Y tambien me produce cierta perpejlidad algunos de los puntos que expone... Y como seria largo de hablar y aun de digerir, a modo de recordatorio sólo decirle que los casos que expone de referemdun no son aplicables a España (Escocia tuvo reino y estado) auqnue creo que Vd. lo sabe. Recordarle que los vociferantes Marhuenda y cia, SIEMPRE juegan en campo contrario y en minoria. Que los que gritaban a por ellos , en la mayoría de los casos eran los familiares de los agentes que desplazaban, para inspirarles animo... Que a mi saber ni Vargas LLosa ni borrel,pertenecen a Vox, yo mismo no pertenezco a grupo politico y participe en la manifestacion de Madrid, Y Por supuesto que VOX tiene todo el derecho del mundo a expresar su ideas dentro de la legalidad y a denunciar todo lo denunciable a su entender....
ResponderEliminarEn fin, com dije , es largo el camino y mas aun cuando el tema ha devenido en un asunto de sentimentalismo , y como tal carente de toda racionalidad que propicie el discurso mas elemental, asi pues , largo y tortuoso camino....Muerte y amapolas . Arrieros Somos.