jueves, 15 de octubre de 2020

La lectura en el Festival de Poesía de Sant Cugat

Ayer se inauguró el XX Festival Nacional de Poesía de Sant Cugat, aunque anteayer ya se habían difundido por Internet las "cápsulas poéticas" por las que este año se han sustituido, a causa de la pandemia, las tradicionales lecturas, en vivo y en directo, de los autores invitados. Una de estas cápsulas recoge la lectura que hice el pasado julio, y de la que di cuenta en otra entrada de esta misma bitácora (https://eduardomoga1.blogspot.com/2020/07/una-participacion-singular-el-festival.html). De la grabación, que hoy cuelgo también aquí, me ha gustado, sobre todo, la calidad de la imagen, de una nitidez sobresaliente: el claustro del monasterio aparece como es, limpio, luminoso, casi blanco. Se nota que quienes la hicieron eran profesionales. El juego onírico que los filmadores quisieron establecer, con ese jergón moderadamente inmundo que yo solo me atreví a utilizar de asiento, la cebra (sí, una cebra) que pusieron a mi espalda (y que el domingo pasado reconocí en uno de los puestos de muebles antiguos y, en general, cosas raras del Mercantic de Sant Cugat) y el orinal que se ve en primer plano al principio de la lectura (resulta coherente con el hecho de que esté cerca de un catre, pero se me hace extraño), funciona a medias, a mi juicio, pero tampoco queda mal. Mi lectura es plurilingüe: el poema al que los hacedores de la cápsula han dado preeminencia es la traducción al catalán de uno de los poemas de Las horas y los labios, aparecida poco antes de la grabación en De vegades sento ganes de cridar, una antología bilingüe –la primera en castellano y catalán de mi vida– publicada por la infatigable La Garúa. Luego vienen cuatro poemas en castellano –dos décimas de Décimas de fiebre, la sección "Los haikús del ciego y el perro" de Los haikús del tren, y una pieza de Tú no morirás, un poema de amor y, sobre todo, desamor– y, finalmente, uno en inglés, otra traducción de una composición de Cuerpo sin mí, hecha por mi amigo y traductor Terence Dooley. Me sentí más cómodo leyéndolo que ahora escuchándolo: sospecho que mi dicción no resulta todo lo clara que a mí me habría gustado. Por lo demás, siempre que uno se ve, se descubre distinto (y criticable): con demasiadas arrugas en los pantalones, con los calcetines un poco caídos, con tropezones en la lectura (dos) y una voz que suena ajena, casi irreconocible. Cuando quise contextualizar los haikús, conté que había visto en el tren a un ciego acompañado por un perro... pero no recordaba la palabra en catalán para "perro lazarillo" (gos pigall), así que la frase se interrumpe, mientras los mohosos engranajes de mi cerebro giran todo lo deprisa que pueden, que no es mucho, en un silencio que se prolonga varios segundos, hasta que abandono la búsqueda y me refugio en un circunloquio: "... uno de esos perros que ayudan a los ciegos a moverse". Ojalá –pienso– la pausa no se atribuya a las limitaciones de mi vocabulario, sino a esos pequeños percances que le dan naturalidad a las intervenciones, y que todos los directores están deseando que sucedan para evitar una imagen robótica, sin carne.



(https://youtu.be/D3BHBI-xat8; y para quien quiera una versión corta, con la lectura solo del poema en catalán, este es el enlace: https://youtu.be/Sda4Kt3vhFo).

1 comentario:

  1. Me ha encantado verte y escucharte en tantas lenguas. Sonríes discretamente y con naturalidad, la piel de tu cara brilla y tiene un color estupendo, el negro de tu blusa es un acierto; en esas arrugas de las que hablas, ni me fijé. El lugar es bellísimo y se hermana muy bien contigo:grande, firme, sereno, sobrio, elegante. No te piropeo más, no sea que te pongas "colorao".
    Besos.

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