jueves, 25 de agosto de 2016

Milena Busquets, la responsabilidad de los escritores y el maligno mundo literario

Leí hace algunos días una breve noticia en las páginas de cultura de El País (Busquets: 'Si la gente no lee, los escritores son también responsables', 17 de agosto de 2016) sobre la escritora Milena Busquets y su reciente superventas También esto pasará, publicado el año pasado por Anagrama y que ha alcanzado un sonoro éxito nacional va por la octava edición e internacional: ya ha sido traducido a varios idiomas y otros más esperan. La noticia daba cuenta de que Busquets iba a impartir un curso sobre autoficción en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, de Santander, y, al hilo de ese hecho, tan poco relevante, en realidad, recogía algunas opiniones de la escritora sobre la novela y la lectura. Curiosamente, estos días estoy leyendo, por razones de trabajo, su libro. Confieso que, de no haber sido una obligación profesional, es muy poco probable que lo hubiera hecho. También confieso que me está gustando. Y me sorprende. Los superventas, sobre todo los superventas con dimensión internacional, suelen ser nauseabundos. Ya sé que algunas de las mejores obras de la literatura universal desde el Quijote hasta Cien años de soledad han sido, y siguen siendo, best sellers, y que algunos, a falta de mejores argumentos, suelen invocarlo para sostener que el best seller es un producto decoroso y necesario. Pero no: los superventas son meros productos de la industria del libro, como el chopped lo es de la industria de la carne, pero ni aquellos son literatura ni este, gastronomía: ambos se limitan a satisfacer las necesidades de los consumidores más rudimentarios, que son la mayoría. También es muy socorrido decir que algunos grandes títulos de la literatura mundial Trilce o el primer volumen de En busca del tiempo perdido han sido autoediciones, para justificar que la autoedición es estupenda. Esto lo dicen, sobre todo, los que se autoeditan. Pero no: a pesar de esas excepciones (y de otras que se podrían aportar), la autoedición sigue siendo el recurso de los malos editores y de los autores que han escrito un mal libro para publicarlo, aun siendo malo. Pero estoy divagando, y lo estoy haciendo ya al principio de la entrada: debo de andar hoy especialmente disperso. Lo que quería comentar son algunas opiniones de Milena Busquets y, en particular, una. Dice primero la autora barcelonesa que si las estadísticas indican que la gente lee cada vez menos, también es responsabilidad de los escritores. 'Aunque no solo sea nuestra culpa, seamos autocríticos y hagámoslo mejor', ha señalado. Es otra opinión común, muy utilizada, por no irnos demasiado lejos, por los poetas de la experiencia, que, como sus predecesores sociales, han invocado siempre la necesidad, es más, la obligación del escritor de recuperar al lector medio: de sacar a la poesía de sus catacumbas conceptuales y estilísticas, y volver a ofrecérsela, digerible y amena, a los que no tienen demasiadas ganas de romperse la cabeza, que son también la mayoría. El primer error de la novelista es decir que la gente cada vez lee menos. Es falso: la gente cada vez lee más. En España se lee en 2016 mucho más que en 1975, y no digamos que en 1950, en 1920, o cuando el moro Muza invadió la península. Otra cosa es que no se lea tanto como a los profesionales de la escritura y, en general, a la gente cultivada: a los que creemos que leer es un placer, pero también que nos hace mejores personas nos gustaría (y, en particular, que no se lean los libros que hemos escrito nosotros, para los que el número de lectores nos parecerá siempre escandalosamente bajo). Pero la generalización de la lectura, gracias a la alfabetización y la universalización de la educación, es un hecho indiscutible. Daré las estadísticas al revés de como suele hacerse: según datos del CIS de 2015, el 65 % de los españoles lee libros, y casi la mitad de ese porcentaje lo hace todos o casi todos los días. Pero la afirmación de Busquets contiene otra falacia, que me parece mucho más peligrosa que la mera inexactitud estadística: la de que los lectores dejan de leer porque los escritores lo hacemos mal. ¿Y en qué consiste que un escritor lo haga mal? Para ella, seguramente, que no ofrezca al público la literatura que espera: que lo entretenga, que lo divierta, que lo atrape; una literatura que impida que juegue al pokemon go o a cualquier otra imbecilidad semejante. Pero eso no es hacerlo mal: eso es no subordinar la propia creación a las expectativas que algunos suponen en un colectivo tan amplio, huidizo e indeterminado como el público. Un escritor solo actúa mal cuando subvierte o desatiende la verdad de su propia obra, el impulso fidedigno, genuino, de su creación, sea este oscuro, excéntrico o inextricable. Al público solo se lo desdeña o maltrata, con el público solo se es irrespetuoso, cuando no se le da lo que uno siente que le ha de dar, lo que uno alumbra desde la raíz de su sensibilidad y las entrañas de su razón (o sinrazón), sino otra cosa, acomodada al aplauso de los mediocres o a las adivinaciones de los jefes de marketing de las editoriales o los gurús culturales. Pero, algo más adelante, según la noticia a la que vengo refiriéndome, Milena Busquets añade que “el mundo literario es narcisista y malvado. No conozco a ningún escritor que te recomiende leer a ningún autor vivo, y hay gente buenísima como Javier Marías, que en mi opinión se merece el Nobel”. En que el mundo literario es narcisista y malvado, tiene razón, aunque solo en parte: el mundo literario también ofrece amistades sinceras y apoyos desinteresados, aunque haya que escarbar un poco para encontrarlos. Y tampoco se equivoca en que Javier Marías es un buen escritor, aunque su candidatura al Nóbel sea harto discutible. A mí se me ocurren bastantes otros, españoles y extranjeros, con mayores merecimientos, aunque esto también sea discutible. De hecho, todo lo que concierne al Nóbel es, por definición, discutible. Pero ya estoy divagando otra vez. Luego dice y esto es lo que más me interesa que no conoce a ningún escritor que recomiende leer a ningún autor vivo. No digo que mienta, pero sí que ha tenido muy mala suerte: yo sí conozco a escritores que recomiendan a otros escritores. Yo mismo lo hago, habitualmente, sin reservas ni desdoro. Y lo hago hasta por escrito: en Insumisión incluyo un poema construido exclusivamente con versos, o fragmentos de versos, de autores españoles e hispanoamericanos, vivos y muertos, del siglo XX y lo que llevamos del XXI, a los que quiero y admiro, por este orden, con la indicación de su nombre, por orden alfabético. Lo escribí en 2012 como un homenaje y, de hecho, una recomendación de lectura a todos cuantos me han deleitado e influido, por este orden, y han contribuido a que yo mismo escriba versos, no sé con cuánto acierto. Se me permitirá decir que este poema sí lo es, un acierto, aunque solo sea como celebración de la poesía. Huelga señalar que, si lo reeditara hoy, añadiría algunos poetas más (pero no quitaría a ninguno, aunque con dos o tres haya tenido desde entonces alguna diferencia, literaria o personal). Lo transcribo a continuación. Va por Milena Busquets.

Una vía de agua es siempre más inteligente que el capitán de un barco [Jesús Aguado] ¿Hacia dónde, pues, trazar la fuga? [Marta Agudo] ¿Soy yo ese mismo que hace unos momentos se cagaba en la madre del que parió las tinieblas? [Rafael Alberti] ¡Oh río que como luz hoy veo, / que como brazo hoy veo de amor que a mí me llama! [Vicente Aleixandre] A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este nicho en que hace 45 años que me pudro [Dámaso Alonso] Sucede que oyes una voz donde nadie habita, que ves una sombra donde nada existe, que tocas un rostro que nunca fue [Manuel Álvarez Ortega] Al morir, abriré toda mi sombra. / Con la mano extendida, / sopesando la nada [Ramón Andrés] Llévame a la arena en que dormías [Olga Bernad] El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho / (…) El que prefiere que los otros tengan razón [Jorge Luis Borges] Vivir, ¿dónde es? [Rafael Cadenas] A conciencia, con saña: / hacia el interior [Juan Luis Calbarro] ¿Durando, un lugar? [Arnaldo Calveyra] Construyo obstáculos deseados / y con amor los destruyo [Agustín Calvo Galán] Yo no pertenezco a este libro, pero este libro me posee [Bruno Marcos Carcedo] Qué tibia mansedumbre, ya sin centro [Ignacio Cartagena] Qué ruido tan triste el que hacen dos cuerpos cuando se aman [Luis Cernuda] Ya va siendo hora de admitir la derrota [Álex Chico] Nunca, nada y nadie son lo mismo [José Ángel Cilleruelo] Nos morimos de pobres y desnudos [Antonio Colinas] Ohheraldoblancoennieveensangrentado, / desnuda nuestra psique con tus rosas! [Óscar Curieses] ¡Oh, cuerpo, (…) ostenta el tiempo que contienes! [Humberto Díaz-Casanueva] Tú por tu sueño y por el mar las naves [Gerardo Diego] En el delirio está la flor [Jordi Doce] Mi corazón es un látigo de pan cocido [Enrique Falcón] Hurga en mi corazón, oréalo, estercólalo [Luis Feria] Solo se ama lo que se pudre a nuestro lado [Basilio Fernández] Devoramos el mundo, esa bestia sordomuda, para hacernos menos sordos, menos mudos [Agustín Fernández Mallo] Avanzan / un árbol y un farol / Nadie los mira / Hacen surcos en la tierra / dibujan una boca / El planeta / gime [Antonio Fernández Molina] Urge reconstruir la lucidez [Ana Franco Ortuño] Dejar que el cuerpo ondule / para que ondule el cielo [Julio César Galán] ¿Son mías mis manos porque toman / o porque acarician? [Federico Gallego Ripoll] Sea la luz / un acto humano [Antonio Gamoneda] Ya no hay quien reparta el pan ni el vino / ni quien cultive hierbas en la boca del muerto, / ni quien abra los linos del reposo, / ni quien llore por las heridas de los elefantes [Federico García Lorca] Dímelo, padre, y no te mueras tanto [Ramón García Mateos] Rodeado estoy de nombres: solo mi nombre me rodea [Sergio Gaspar] Tus corazonadas son una mierda; incluso cuando aciertas, son una mierda [Alfredo Gavín] Si vivo aún, ¿por qué / nada al cuerpo retiene? [Pere Gimferrer] Se miran, se presienten, se desean, / se acarician, se besan, se desnudan, / se respiran, se acuestan, se olfatean, / se penetran, se chupan, se demudan [Oliverio Girondo] La añoranza de mi después [Juan Antonio González Fuentes] ¡Oh, inteligencia, soledad en llamas / que lo consume todo hasta el silencio! [José Gorostiza] Es el redondeamiento / Del esplendor: mediodía [Jorge Guillén] Se desliza por la memoria aquello / que tuvo un nombre y fue tachado [Rafael Guillén] Quiero escarbar la tierra con los dientes, / quiero apartar la tierra parte a parte / a dentelladas secas y calientes [Miguel Hernández] Soy el blanco del arma con que apunto [Ricardo Hernández Bravo] Moriré como todos y mi vida / será oscura memoria en otras almas [José Luis Hidalgo] ¡Pesaba tanto el tiempo después de la alegría! [Jesús Hilario Tundidor] Yo amo mis ojos y tus ojos y los ojos [Vicente Huidobro] A veces amanece [Diego Jesús Jiménez] Y lo que veo, a un lado y otro, en esta fuga (rosas, restos de alas, sombra y luz) es solo mío, recuerdo y ansia míos, presentimiento, olvido [Juan Ramón Jiménez] Hagamos de lo hollado lo habitable [Carlos Jiménez Arribas] Si te preguntan por el mundo, / responde simplemente: alguien está muriendo [Roberto Juarroz] Concede, piedra, de tus nervaduras, vena abrupta, la resurrección [José Kozer] Para amarte en silencio / la carne no es indispensable [Juan Larrea] Soy lo que arrecia en la tarde [José Antonio Llera] La frontera de mi patria / es el borde de mi plato [Juan López-Carrillo] Oh, esa extraña claridad / que no viene del alba, / que se parece demasiado a la conciencia, / cuando un niño abre los ojos, y se ve solo [Juan Manuel Macías] La voz del hoy perpetuo, / su más clara espesura dentro, / su más oscuro clarear / invisible visible entre visillos / de inextinguible luz [Juan Carlos Marset] Noches desoladas / desojadas / a fuerza de ver / toda la oscuridad / tan clara [Mario Martín Gijón] Puedo confundir una caricia con una tempestad [José Martínez Ros] Saciado de felicidad, / escribo palabras infelices [Juan Antonio Masoliver Ródenas] Dije silencio. / Quise decir invierno [Regino Mateo] Solo el silencio es indispensable [Willy McKey] No conozco otra conciencia que la oscuridad traslúcida / la sábana de vidrio sobre la que la infernal razón se acuesta [Juan Carlos Mestre] Toda estancia es un tránsito [José María Micó] El que fui surge a veces como un gran espacio barrido por un viento inmemorial, / las membranas del cielo vibrando en su corazón como un río [Enrique Molina] De su semen nace el aire [Marco Antonio Montes de Oca] Solo sé / que solo tú / serás / lo que reste de mí / cuando ya ni siquiera yo / o mi sombra / seamos [Andreu Navarra] Y a vuestra vida, a vuestra muerte asidme, / y a vuestros materiales sometidos, / a vuestras muertas palomas neutrales,/ y hagamos fuego, y silencio, y sonido, / y ardamos, y callemos, y campanas [Pablo Neruda] El que cierra los ojos se convierte en morada de todo el universo [Olga Orozco] Alzo la mano, y tú me la cercenas. / Abro los ojos: me los sajas vivos. / Sed tengo, y sal se vuelven tus arenas [Blas de Otero] Si no es amor, ¿qué es esto que me agobia de ternura? [Gilberto Owen] Leí mucho y no recuerdo nada. Y en la / habitación del fondo mi madre / se pudre: es un pez [Leopoldo María Panero] Cordero de dios que lavas los pecados del mundo / Déjanos fornicar tranquilamente [Nicanor Parra] Nadie está solo y nada es sólido: el cambio se resuelve en fijezas que son acuerdos momentáneos [Octavio Paz] la metafísica El tiempo ha terminado (Una de las respuestas que da una cocina fabricada en Estados Unidos dotada de voz sintética a través de ordenadores) [Esteban Peicovich] Aire es el espacio multiforme comprendido entre dos cuerpos entregados [María Ángeles Pérez López] La tahona donde se amasan las palabras, es un lugar habitado por ángeles y unicornios y narvales y papagayos de cualquier condición y cordura [Javier Pérez Walias] No bastan las manos para acariciar todas las manos [Mariano Peyrou] Tierra o madre o muerte, no me abandones aun si yo me he abandonado [Alejandra Pizarnik] ¡Qué despacio vas entrando, / caliente, viva, en mi cuerpo, / desde ti misma manando / igual que una fuente, ardiendo! [Emilio Prados] La inclinación de los sumisos, nuestra / inclinación [Manuel Rico] Siempre la claridad viene del cielo; / es un don [Claudio Rodríguez] Lo cercano siempre se aleja, ¡últimamente / todo es tan relámpago! [Gonzalo Rojas] Me gustaría saber para qué sirve este silencio que me rodea, / este silencio que es como un luto de hombres solos, / este silencio que yo tengo [Luis Rosales] Mira, vamos a salir / de tanto ser tú y ser yo. / Deja tu cuerpo dormido, / deja mi cuerpo a tu lado, / déjalos. / Deja tu nombre y el mío [Pedro Salinas] Uno borra a su paso las huellas de la muerte / y a eso lo llama vida [Basilio Sánchez] Oyes la hora otra vez / de tu quedar a solas con el cuerpo [Tomás Sánchez Santiago] El émbolo brillante y engrasado / embiste jubiloso la ranura / y derrama su blanca quemadura / más abrasante cuanto más pausado [Severo Sarduy] Y sin embargo, a veces, todavía / así, de pronto, cuando te estoy viendo, / vuelvo a verte como antes, y me enciendo / del mismo fuego inútil que solía [Tomás Segovia] Se enjabonaba todo el ser, de arriba abajo, para confundir a la muerte; y de tanto restregarse los recuerdos más tristes, algunos se le volvían transparentes [Alberto Tugues] Sentirte así venir como la sangre, / de golpe, ave, corazón, sentirme, / sentirte al fin llegar, entrar, entrarme, / ligera como luz, alborearme [José Ángel Valente] Todos teníamos que amarte, pero yo permanecí [Julieta Valero] Yo os traigo el espanto de una habitación despoblada [Rosamel del Valle] Señor esclavo, ¿y bien? / ¿los metaloides obran en tu angustia? [César Vallejo] Avanzas como solo sabe hacerlo / quien ha huido [Álvaro Valverde] Al enlazarme a tu lengua húmeda corro el riesgo de confundirme de mar: inmerso en lo inmenso [Joan de la Vega] Plantada en tierra estéril, / mi sed sigue creciendo [Juan Vico] Ámame / como el recuerdo de tu piel me ama [Carlos Vitale] Me deslumbra tanta noche [Emilio Adolfo Westphalen] Luego bajan las alas ciegas de la noche, caen y pesan, siendo alas, sobre el que vive anclado a la tierra [María Zambrano]

6 comentarios:

  1. Se lee.Todavía no está todo perdido en este país.Un apunte:
    En ese poema yo añadiría este verso indispensable:
    ¿Cuánto yo es necesario para tanta huida? ( Eduardo Moga).
    Todo un placer leerte. Abrazos.

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  2. Alvaro

    Que usted conozca a un par de escritores que recomiendan a otros escritores solo confirma que la tendencia natural de los creadores literarios es la de auto-promocionarse y la de no compartir sus lecturas. Por cada poeta que divulga las voces de otros, hay dos o tres que se dedican a publicitar sus figuras las 24 horas del día durante toda la semana. Y que el mundo literario es miserable es un lugar común que se puede fundamentar con más de un ejemplo.

    Presuponer que los gustos mayoritarios del público son siempre bazofia y que los criterios personales del poeta (a esos que debe lealtad su voz) son siempre acertados es una aristocrática falacia que hemos heredado de la vanguardia. En el fondo, esta tesis presupone que el del poeta es el gusto de un genio, pero el problema es que la de genio es una condición que no es nada democrática. A la larga no todas las genialidades sobreviven, lo hacen tan solo aquellas que logran conectar con el gusto del público del futuro. Los marginados de ayer son los clásicos de hoy. Los poetas que son leales a su voz interior pueden rechazar a un sector del público, pero laboran para fundar una nueva masa de lectores para su nueva voz. Hay rechazos del público detrás de los cuales solo hay narcisismo e inanidad. Por ende los grandes poetas no rechazan a los lectores, lo que plantean es la necesidad de un nuevo pacto con ellos. El reino del ombligo no siempre es el infierno que se vocéa.

    Hoy se lee más dice usted, fiándose de las estadísticas, pero ¿nos dicen las estadísticas si hoy se lee mejorr?


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    1. Estimado semianónimo y suprascrito Álvaro:

      Si el mundo literario es miserable, la gran mayoría de los escritores se dedica a publicitar sus figuras literarias las 24 horas del día durante toda la semana, y el escritor ha de batallar permanentemente por suscribir un nuevo pacto con los lectores, con lo difíciles (y pesadísimos) que son de conseguir los pactos, la verdad, no sé por qué se interesa (o incluso dedica Ud.) a la literatura.

      En España, en efecto, se lee cada vez más y, también en efecto, me fío de las estadísticas, cuando son emitidas por una entidad seria y solvente, como el C. I. S., por ejemplo, a cuyos datos le remito para comprobar que los índices de lectura aumentan, aunque ligeramente. En cualquier caso, son muy superiores a los que arrojaban los estudios en nuestro país quince, veinte o cuarenta años atrás. Ud. también se fía de las estadísticas, aunque solo de las suyas, lo que constituye una confianza, me parece, menos compartible: cuando dice que por cada poeta que divulga las voces de los otros, hay dos o tres que se dedican a publicitar sus figuras, etcétera. Eso es una estadística, pero que Ud. se saca del bolsillo (eso sí, con gran rotundidad en la expresión). Tiene Ud. derecho a hacerla, pero comprenderá que me inspire menos confianza que las del Centro de Investigaciones Sociológicas.

      Las estadísticas no dicen ni pueden decir si hoy se lee mejor, porque eso, por su ambigüedad (¿qué es “mejor”?) y su dimensión estética, no puede ser dilucidado por una encuesta. Lo que yo sí puedo decir, a la vista de su comentario, es que Ud. no lee bien.

      Yo no conozco a “dos escritores que recomiendan a otros escritores”. En mi entrada hablaba de que conocía a “escritores”. El “dos” lo ha añadido Ud., supongo que en ejercicio de esa capacidad estadística de la que ya ha dado alguna muestra sobresaliente. Sean dos o bastantes (como es el caso, empezando por quien tengo más a mano: yo mismo), eso no confirma, como dice Ud., que “la tendencia natural de los escritores sea autopromocionarse y no compartir las lecturas”. De hecho, eso no confirma nada. Lo único que dice es lo que dice: que conozco a escritores que son generosos y están genuinamente interesados en la promoción de la literatura (y no solo de la suya), y que el mundo literario no es el terrario insufrible y egoísta en el que quieren confinarlo algunos, acaso porque esa limitación sirve a su propia posición en él, sino un mundo como cualquier otro: con gente que reconoce al otro y se interesa por los demás, y gente que no; que gente que da, y gente que solo pide (o toma). Le sugiero que no dé por sentado lugares comunes como el de que “el mundo literario es miserable”, en primer lugar porque la primera tarea del escritor, si lo es de verdad, es romper los tópicos y desbaratar los lugares comunes; y, en segundo lugar, porque no es cierto. Quizá podría haber Ud. dado algún ejemplo que fundamentase ese lugar común. Pero tendremos que esperar a alguna otra comunicación suya para considerarlos.

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  3. (sigue la respuesta a su comentario)

    Vuelve Ud. a leer mal (es decir, a leer lo que Ud. quiere leer, no lo que yo digo) cuando afirma que presupongo que “los gustos mayoritarios del público son siempre bazofia y que los criterios personales del poeta (a esos que debe lealtad su voz) son siempre acertados”. Yo no he dicho ni una cosa ni otra, entre otras cosas porque no lo creo. Los gustos del público mayoritario (que no es lo mismo que los gustos mayoritarios del público) no siempre son bazofia: que el planeta haya apreciado el Quijote y Cien años de soledad, entre tantas otras obras que pueden considerarse superventas, como yo indicaba en mi entrada, demuestra que no siempre se equivoca, aunque sus preferencia sí suelen ser más primitivas o adocenadas. Como es normal, como sucede en cualquier ámbito: las películas de dibujos animados de Walt Disney concitan más interés que las de Lars von Trier; en el mundo se comen muchas más hamburguesas de McDonalds que lenguados meunier; y Luis Miguel vende muchos más discos que la Orquesta Sinfónica de Bratislava. En cuanto a los criterios personales del poeta, no son siempre acertados, desde luego, pero son los suyos. Yo me equivoco veinte veces al día, también como escritor, también escribiendo, pero ni puedo ni quiero apartarme de esos errores (o acaso aciertos), que son los que siento que justifican mi presencia en la literatura. No se trata de “acertar” o no (¿en qué consiste acertar?, ¿quién decide que se ha acertado?), sino de ser fiel a uno mismo, para ser fiel, por esa paradójicamente universal vía de individualización, al público al que ofrezco mi obra. Tampoco he dicho, ni pienso, que eso sea (o suponga ser) el gusto de un genio: es solo el mío, al que yo me adhiero, el que expresa mi estar en el mundo, y mi compartirlo con los demás, con las armas que la naturaleza y mi educación me han dado. Y claro que eso es poco democrático, pero no porque presuponga la genialidad (otro concepto problemático: ¿en qué consiste? ¿quién decide que existe?), sino porque todo lo radicalmente propio, sea bueno o malo, mayoritario o minoritario, no es nada democrático, aunque sí pueda conducir a la paradoja que he mencionado antes: que sea lo más abierto a todos, algo que todos puedan hacer suyo. La creación, por lo demás, tiene poco que ver con la democracia, ni falta que le hace: la creación es de cada cual. Pero esa es, justamente, la condición necesaria de su universalidad: que se propia, genuina, veraz, singular, irreproducible.

    Estoy de acuerdo con que los escritores (al menos, los que no se limitan a satisfacer al público presente con superventas y otros productos similares de la industria del libro) tratan de llegar a un público futuro, es más, tratan de crearlo. Eso ya lo dijo Cernuda antes que Ud. Lo que implica que no rechazan al público: a todos los escritores que conozco les gustaría tener más lectores de los que tienen. Pero a lo que no están dispuestos –por lo menos, a lo que no estoy dispuesto yo-, es a renunciar a su conciencia y a su voz, o a hipotecarla a consideraciones mercadotécnicas o incluso críticas, para conseguir la árida compañía del lector de superventas o el magro consuelo de un adelanto sustancioso.

    Y “vocea” no lleva tilde.

    Reciba un saludo cordial.

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  4. Sr.Alvaro(sin acento):
    Usted vine del mundo de facebook. Y punto. Un consejo:váyase.

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