El Sur Es América es una pequeña editorial independiente, radicada en Virginia, en los Estados Unidos, que publica libros en español. Su existencia obedece a un hecho indiscutible: la creciente presencia de hispanos en Norteamérica y su asimismo ascendente peso cultural. La Oficina del Censo de los Estados Unidos los cuantifica en casi 32 millones de personas, cerca de un 12% de la población del país. Aunque el propio Censo eleva la cantidad de personas "de origen hispano", esto es, no nacidas en países en países de Hispanoamérica, pero sí descendientes de gentes originarias de allí, hasta los 60 millones, casi una quinta parte de todos los habitantes de los Estados Unidos. Y la comunidad no deja de aumentar, alimentada por una alta natalidad y una emigración incesante, que se las ha ingeniado siempre para superar los obstáculos —a veces, altísimos— que imponen, sobre todo, las administraciones republicanas (y, en particular, los atroces establecidos por el maligno y afortunadamente periclitado Trump). El nombre de la editorial supone una reivindicación política: frente a la visión monopolizadora de los estadounidenses, que identifican a su país —el norte— con América, el sello de Virginia recuerda que el sur también lo es, que el sur también existe. Esa reivindicación política se proyecta asimismo en el catálogo de la editorial, que acoge, sobre todo, obras críticas, atentas a los conflictos sociales, comprometidas con la causa de la humanidad. El Sur Es América ha publicado dos volúmenes colectivos en la segunda mitad de 2020 que plasman bien esas inquietudes, esa voluntad de agitar —de despertar, acaso— las conciencias para alcanzar una sociedad más justa. El primero se titula Fuego cruzado: Antología épica, cuya edición ha corrido a cargo del chileno Amado J. Láscar. Se trata de una edición bilingüe, en español e inglés, y en algún caso, como el mío, hasta trilingüe, porque el poema con el que colaboro se publica en esos idiomas y también en catalán: así lo quisieron los editores. Participan autores de todo el mundo: desde Sri Lanka a Portugal y desde Ucrania a Botswana, pasando por la mayoría de los países de Hispanoamérica y el Caribe. Los representantes españoles somos tres: María Ángeles Pérez López, Rodolfo Häsler y yo. Fuego cruzado pretende, como señala Láscar en la introducción, "imaginar nuevas formas de vida, reivindicar otras narrativas y ensalzar realidades alternativas a las versiones de la posmodernidad. [Es] épica porque reconocemos el lugar de la subjetividad sin olvidar la totalidad. Épica porque es el primer envase de la poesía. Épica porque no es panfletaria. Épica porque es crítica. Épica, en suma, porque queremos construir una cabaña común". El poema con el que colaboro se titula "A veces me dan ganas de gritar" y pertenece al libro inédito Todo queda en nada. La segunda antología publicada por El Sur Es América está solo en español, se titula Sin tapabocas: memorias de una pandemia, y ha sido preparada por Amado J. Láscar, la colombiana Luz Stella Mejía y el dominicano Tomás Modesto Galán. Su razón de ser es clara: documentar el hecho excepcional de la pandemia que ha azotado y sigue azotando al mundo con las creaciones de cuarenta y seis poetas, que dan cuenta de la soledad, la angustia y la incertidumbre experimentadas por casi todos en este tiempo nefasto, pero también de la esperanza que nos ha animado y de las ganas de vivir que se han impuesto a una tétrica realidad. Muchos de los autores de Fuego cruzado repiten en Sin tapabocas, pero en este la nómina se amplía: participan aquí también, junto a hispanoamericanos y caribeños, autores de Francia, Túnez y Estados Unidos. Los españoles somos Isaías Fanlo, Francisco Muñoz Soler, Trinidad Lucea y, de nuevo, María Ángeles Pérez López y yo. Mi poema, titulado "El fin del mundo se acerca", también pertenece a Todo queda en nada.
Reproduzco aquí "A veces me dan ganas de gritar":
Abandonad las cuevas en que copuláisArrancad los enchufes de las paredes
Arrancad las paredes
Dimitid de los jardines que son cárceles, de las mansiones donde os pudrís confinados
Renunciad a la pestilencia
Olvidaos de los fedatarios públicos, de los censores jurados de cuentas, de los inspectores de Hacienda
Negaos a escuchar los bulos indecentes de los contramaestres
Destruid las fotocopiadoras
Desobedeced a los agentes de la autoridad que os ordenen deponer la piedad
Caminad derechamente al infierno
No asintáis
No consintáis
Colmaos de soledad
Derramad la inteligencia como si echarais un balde de agua a un suelo ensangrentado
Contemplad a Turner
Compadeceos del que arrastra haberes, como el buey arrastra anocheceres
Demoled los edificios en que se guarecen los clérigos y los babuinos
Construid casas donde vivan los que nunca han vivido, los que nunca han tenido casas, los que no saben qué es una casa
Alejaos de los hormigueros y las certidumbres
Leed a Juan de Yepes, a Paz, a Juan Ramón
Bautizad con fuego a los que, con serenidad de ánimo y sin reserva mental alguna, echan espumarajos por la boca
Lanzaos contra las alambradas del silencio
Escuchad las variaciones Goldberg en los dedos de Glenn Gould
Remontad, aun sin remos, los ríos de la compasión
Hablad como si no tuvierais mugre en la boca
Cancelad el usufructo de vuestra conciencia de que disfrutan los católicos practicantes y los fabricantes de electrodomésticos
Preguntad quién vive, quién muere
Preguntaos quién
Contemplad a Vermeer
No dejéis que os despojen de la desnudez
Desenmarañaos
Escupid en las estatuas ecuestres y las placas conmemorativas
Dinamitad lo que no se pueda lamer, lo que no quepa en el hueco de la mano, lo que nunca sangre
Afilad los lápices
Engrosad la misericordia
No tengáis ningún trato con los poseedores de la verdad: os pringarán con ella
Recordad que las palabras sudan, que eyaculan
Bañaos en el mar como si os adentrarais en un vientre
Estremeceos ante el dolor de las tortugas y las secuoyas
Dormid cuando el mundo se encolerice
Leed a Whitman, a Aldana, a Zambrano
Atended a los que acuchillan el tiempo y siembran la desazón
No permitáis que el inicuo se escabulla
Apagad los espejos
Desollad los teléfonos
Leed a Perse
Esclavizad a los que niegan el agua a los ciegos y el pan a los sedientos
Creed en los desvalidos y en los muertos
Consolad a los pararrayos y los sepultureros
No queráis vivir siempre: la eternidad empacha
Mutilad lo que no se pueda trocear
Dilapidad aquello de lo que carezcáis
Arañad las superficies hasta que aparezca un rostro, hasta que brote la oscuridad, hasta que vosotros mismos ocupéis la fisura que hayáis abierto
Documentad el rumor de los labios que se unen a otros labios, el crepitar de las pieles cuando las iluminan los relámpagos, el quejido de los huesos cuando los cuerpos se separan
No digáis más de lo necesario: las demasiadas palabras embotan la inteligencia
Salid a la intemperie de los pechos y las humillaciones
Salid a la luz de la noche
Abjurad de cuanto hayáis jurado
Plegaos a la obscenidad, si solo la obscenidad garantiza la decencia
Derramad aceite hirviendo en las cuencas vacías de los ojos de los poderosos
Desnudaos
Comed viento
No capituléis ni cuando muráis
Desestimad la untuosidad y la hipocresía
Encended las luces para que brille el sol
Derrochad lluvia
Escuchad el Ave María de Caccini
Castrad a los mercaderes, y luego amadlos
Liberad a los perros
No piséis los juzgados, salvo para sembrarlos de sal
Haced el amor con los que pasen por la calle, con los vecinos, con los vendedores de altramuces, con los taxistas y los estibadores, con los huérfanos y los gorriones, con las personas sin sexo
Navegad por las aguas que más bajíos contengan
Derrotad a las relaciones de producción, a la tasa anual equivalente, a la dictadura del proletariado
Masturbaos a menudo, con tenacidad, con benevolencia
Gritad cuando convenga, pero nunca hiráis a nadie con el grito
Burlad las ordenanzas aduaneras, los manuales de instrucciones, los convenios colectivos
Utilizad la bandera de mantel de pícnic, de esterilla de baño, de papel de estraza
No consideréis el suicidio, salvo en todo momento
Velad a los muertos
No confiéis en los que se adornan con crisantemos y sílabas
Cortadles los pies a los desalmados
Sacad del pozo a los que se ahogan en el mar
Condescended a la contradicción, si contiene verdad
Cultivad la contradicción, porque la contradicción os hará libres
Perdonad a los padres por haberos traído al mundo
Confiad en que los hijos os perdonen por haberlos traído al mundo
No transijáis con Dios; no admitáis a Dios
No renunciéis a la clemencia ni al vino
Haced del vacío vuestro hogar
Asomaos al yo con la conmiseración de un filántropo y la curiosidad de un gato
Increpad a quienes no se hayan manchado nunca, a quienes se acorazan de orden, a los alféreces de la felicidad
No juzguéis el amanecer: bebéoslo
Amordazad a los coaches, y, si es necesario, encerradlos en el sótano
Denunciad la clausura de los asilos y la inauguración de las jaurías
Envejeced riendo
Acariciad el rostro de quien améis como si hubierais de morir mañana
Quered a los hijos, porque ellos os enterrarán
No os abstengáis de razonar, aunque la razón produzca monstruos
Recomponed las olas que rompan los rompeolas
Bendecid el dolor, porque nos revela al mundo
Maldecid el dolor, porque todo dolor es injusto
Sumíos en la conciencia como si avanzarais por un cenagal
Sodomizad a los predicadores
Echad los censos enfitéuticos a la hoguera, arrancadles la lengua a las notificaciones de embargo, devastad las ciudades de la opulencia
Rebanad el ruido
Deteneos a considerar quiénes sois, por qué late el corazón, cómo sobreponerse a la ignominia
Leed a Juarroz, a Epicuro, a Vallejo
Votad a quien prometa que el sol saldrá mañana y que después llegará la noche
No votéis
Borraos las yemas de los dedos para que no queden huellas de vuestros amores ni de vuestras claudicaciones
Creed en el cielo de la materia
No hagáis nada sin alegría
Hurgad en los sexos como si los dedos fuesen raíces, como si la lengua fuera una lombriz
Perdonad
Perdonaos
No deis poder a los imbéciles, ni cuartel a los verdugos
Enviad lo superfluo al abismo
Desamparad a quienes agravian a los desamparados
Escuchad el adagio para cuerda de Barber
Alimentad a quien no tenga boca
Caminad por el borde para caer en el centro
Pisotead la vileza y extinguid sus rescoldos
Avivad el incendio de la benevolencia
Escuchad a las flores
Leed a Proust, a Neruda, a Celan
Venerad lo impuro
Dudad
Rebelaos
Me gusta mucho el poema, Eduardo, como todo lo que escribes. Es racional e indómito, comprometido e iconoclasta, caudaloso pero esencial, imaginativo y veraz, visceral pero compasivo, vital en el abismo, triste pero entusiasta.
ResponderEliminarCon muchas ganas de que aparezca "Todo queda en nada".
Te abrazo.
Tremendo poema y necesario. Un abrazo fuerte, Eduardo.
ResponderEliminarGran poema!
ResponderEliminarFelicidades Eduardo.
Repito como un mantra:
Engrosad la misericordia
Cultivad la contradicción, porque la contradicción os hará libres
Perdonad
Perdonaos
No deis poder a los imbéciles, ni cuartel a los verdugos
Venerad lo impuro
Dudad
Rebelaos