lunes, 17 de septiembre de 2018

Stultorum infinitus est numerus

No soy partidario de ocupar las entradas de este blog con textos de otros. Me parece una forma de eludir la responsabilidad creadora y la obligación de pensar. Pero esta vez voy a hacer una excepción, porque se ha dado la casualidad de que coincidieran en el tiempo dos textos espléndidos, que se muestran íntimamente relacionados, que abundan en ideas expuestas en varios posts de estas corónicas, y que suscribo por entero. Además, uno ha sido escrito por un gran amigo. Es un placer, pues, hacer público el elogio. 

El primero es una carta al director (yo aún leo las cartas al director de los periódicos; más aún, yo aún leo los periódicos) firmada por Sebastián Fernández Izquierdo, a quien no tengo el gusto de conocer, de Petrer (Alicante), y publicada en El País el miércoles, 12 de septiembre de 2018. Dice así:

No hay ninguna prueba de que el hombre llegara a la Luna. La medicina oficial es una patraña; lo que realmente funciona es la medicina natural y la homeopatía. Aprende inglés mientras duermes. Las vacunas son perjudiciales e interfieren con las defensas naturales; son un invento diabólico de las empresas farmacéuticas para enriquecerse. Tengo algo que hará que te crezca el pelo y el pene. El veneno de abeja cura la esclerosis múltiple. Los extraterrestres viven entre nosotros. Si quieres que siga contándote verdades como estas y destapando conspiraciones, suscríbete a mi canal, haz clic en “me gusta” y hazte seguidor mío. Y ahora envía esto a diez de tus contactos si no quieres que te ocurra una desgracia. Un pequeño esfuerzo más para conseguir el objetivo: que el número de idiotas en la Tierra se cuente por miles de millones.

El acierto de la misiva es total. Precisamente por eso, porque da plenamente en el blanco, a uno le vienen ganas de prolongar la lista: Walt Disney está congelado y revivirá en el futuro, cuando la ciencia sea capaz de regenerar los tejidos muertos. Elvis Presley y Michael Jackson no han muerto, sino que viven en una isla del Pacífico (o del Atlántico, no estoy seguro). A John F. Kennedy lo mató la CIA. Los atentados del 11-S fueron también obra de la CIA (en colaboración con George Bush Jr. y las industrias petrolífera y armamentística americanas). Los del 11-M, de la ETA. Hay una conspiración judía para dominar el mundo. Los aviones dejan estelas químicas con el propósito de dañar a la población. El calentamiento global no existe. Y, entre muchas otras posibles, una excepcional, que está conociendo un gran auge entre los imbéciles, y de la que trata esta entrada, titulada "Planos", del blog Las diosas y las nubes, del helenista, poeta, traductor, tipógrafo y buen amigo Juan Manuel Macías, colgada el 11 de septiembre de 2018:

Con dos decenios ya casi cumplidos del siglo XXI, aún hay gente que sostiene que la Tierra es plana. Y no, no están en ninguna tribu perdida del Amazonas, sino en este llamado primer mundo, civilización de los aifons y demás regalos de los dioses. Incluso hay grupos organizados en las redes sociales, donde, por otra parte, toda gilipollez es alada. La ignorancia de nuestros antepasados, al menos, tenía un punto de legítima. Pero estos jóvenes (o no tan jóvenes) burgueses de ahora, que han crecido saturados y hastiados de información, parecen abrazar cualquier superchería como una novedad excéntrica, un esnobismo más. Nuestros lejanos ancestros creían en un mundo plano, pero al menos poblaban las tierras más extremas e incógnitas de dragones y demás portentos. Los entusiastas medio crédulos de hogaño se contentan con levantar toda una trama conspiratoria, y afirman que la comunidad científica, los gobiernos y la NASA ocultan a las masas la terrible verdad de la planicie terrestre. A saber con qué fin, como no sea el de fortalecer el poderoso lobby de los fabricantes de globos terráqueos. El profético Wells no se equivocaba con su Máquina del tiempo: está abonado el terreno para los Eloi. Mientras, los Morlock trabajan sin descanso en el subsuelo, fabricando aifons y demás regalos.

Son, me parece, dos textos emparentados, inteligentes y modélicos. Me habría gustado escribirlos a mí. Por eso los cuelgo hoy aquí. Por eso y porque todo esfuerzo es poco para combatir la estupidez, tan consustancial al género humano, pero, al mismo tiempo, tan trumpiana, tan de moda en nuestro mundo.

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