miércoles, 12 de octubre de 2022

Una conversación entre amigos sobre el Día de la Hispanidad

Hoy es el Día de la Hispanidad, antigua y franquistamente llamado "el Día de la Raza", como si lo que se celebraba, el Descubrimiento de América, hubiera sucedido por el brío o la inteligencia singulares de la etnia, esto es, por el cuajo de las gentes que lo llevaron a cabo —muy españoles y mucho españoles, aunque Colón fuese italiano—, por lo curtido de su piel y por su músculo tribal, que los hacía más audaces y determinados que ninguno; por sus cojones, en suma. (En realidad, lo que llevó a casi todos los españoles que descubrieron y luego poblaron América fue el hambre: en España se vivía en la miseria, como en tantas otras épocas de nuestra historia, y muchos no tenían donde caerse muertos, ¿así que por qué no correr el riesgo de caerse muertos allende el mar, si a cambio se podía comer por fin todos los días, cepillarse a muchas indígenas garridas, de carnes prietas y desnudas, ganar tierras y hasta descubrir ciudades hechas de oro?). El nombre ha cambiado, pero no la sustancia. El 12 de Octubre sigue siendo la exaltación de una determinada forma de concebir la patria: un reducto ideológico y existencial, pertrechado de tradición, conservadurismo y fe, con el que los más débiles o temerosos (aunque hagan muchas pesas, como Abascal, o muchos abdominables, como Aznar, o crucen a nado anchurosos brazos de mar para reivindicar Gibraltar, como el inolvidable Ortega Smith & Wesson) hacen frente a las incertidumbres de la vida. Los menos conscientes de la fragilidad que nos es consustancial, en tanto que seres humanos, o los que menos quieren asumirla, son los más necesitados de refugio, y lo encuentran en el apiñamiento del grupo, en la protección de la manada, en el calor del establo. El enardecimiento patriótico, con el que se alcanzan erecciones o humectaciones fabulosas (pocas cosas hay más excitantes que un batallón de legionarios desfilando a toda prisa con la camisa desabrochada hasta el ombligo, un rifle muy largo al hombro y marcando un paquete fenomenal; a algunos hasta les pone la cabra), ofrece consuelo y amparo, como la creencia en Cristo: la patria es algo fijo, superior e inmutable (su unidad es indisoluble, reza la vigente Constitución española), igual que Dios. Cuando llega este Día, como llegan las castañas en otoño o las golondrinas en primavera, sé que un muy buen amigo me escribirá para chincharme. Es una de las personas más inteligentes que conozco y un excelente escritor, pero su mejor rasgo es la bondad: es un hombre bueno, gentil y hospitalario, y yo lo quiero como a un hermano. Lamentablemente, es de derechas. Y, como buen derechista, siente la patria muy dentro de sí (bueno, y debajo, y alrededor, y en el aire...; la patria está para él en todas partes, como el Espíritu Santo). Arrebatado por el fausto acontecimiento de cada octubre, mi amigo se echa a la Castellana a admirar las escuadras del Ejército y a aplaudir como un orate el despliegue de marcialidad y testosterona. (Por cierto, nunca he entendido por qué la patria se celebra con una exhibición del Ejército. ¿Por qué no desfilan batallones de médicos y enfermeras, escuadrones de maestros, brigadas de los funcionarios que garantizan la prestación de los servicios públicos, banderines de las hispanoamericanas que cuidan a nuestros mayores o limpian nuestras casas [que esa sí que sería una buena muestra de hispanidad], pelotones de voluntarios de Cáritas o de organizaciones de ayuda a los inmigrantes y los necesitados, unidades de bomberos y agentes forestales, y hasta un grupo de científicos o escritores, aunque vayan los últimos y no marquen el paso?). Desde allí me manda fotos de los aviones que surcan el cielo, dejando una estela rojigualda a su paso, que contempla con lágrimas en los ojos (no me mandó ninguna, sin embargo, de aquel admirable paracaidista, al que habían atado una bandera de España y que se había lanzado desde un helicóptero para flamearla, que maniobró con pericia simpar hasta estamparse contra una farola hace algunos años), y del apacible gentío de patriotas españoles que solo pierde el oremus cuando aparece el presidente del Gobierno, al que dedica un sonoro abucheo y una rabiosa pataleta, pero solo si es socialista. Yo le dejo hacer, porque sé que estas cosas lo ponen cachondo, y todos tenemos derecho a que nos cosquillee la entrepierna lo que nos dé la gana, siempre que nadie salga perjudicado. Llevado por su acaloramiento patriótico-castrense, mi amigo, al que llamaré C., no puede resistir la tentación de echármelo encima en tableteantes mensajes de guasap, algo que hace con delectación, además, sabiendo que yo soy un descreído de entidades supremas e inamovibles que promueven el gregarismo y, por si fuera poco, catalán, rojo y del Barça. Aunque no se me escapa el tono juguetón que C. imprime a sus mensajes, a mí no me gusta dejarlos pasar, porque, a veces, si no se combate lo que subyace en la broma, acaba convirtiéndose en algo muy serio, como el crecimiento de VOX en España y del neofascismo en todo el mundo está demostrando. Y este es el debate que hemos mantenido hoy:

La cosa ha empezado, a las 10.21 h., con un vídeo que me ha mandado C., titulado "¿Tú también eres facha?", que ha perpetrado un grupo de ultracatólicos llamado NEOS. Es una mamarrachada típica de un grupo integrista y patriotero, que no copiaré aquí para no darle publicidad, pero que, por desgracia, se puede encontrar fácilmente en Internet.

E.- Menudos fachas...

C.- Pero el vídeo es bueno. Feliz 12 de octubre. (Tú también eres facha).

Luego C. me ha mandado dos viñetas en las que se reivindicaba la conquista española de América con el argumento de que liberó a los pueblos indígenas de la atrocidad de los sacrificios humanos, y se denunciaba la leyenda negra contra España, inventada por los ingleses (aunque la inventaron los italianos), que los propios españoles nos hemos creído.

E. [Es] una fachorrería como otra cualquiera. No sabía yo que a un ateo y liberal como tú le gustasen las gilipolleces de los ultracatólicos. A ver si te vas a afiliar a Hazte Oír o esta NEOS... [A su acusación de ser también facha:] (Y tú nacionalista). Feliz Día del Pilar (así se llamaba mi madre) y feliz día de San Eduardo, obispo y mártir, que es mañana.

C.- "La verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero". Ya sabes lo que es una falacia ad hominem, ¿verdad? [A que le haya deseado Feliz Día del Pilar:] Qué facha, eso también es católico.

E.- Esa verdad es la tuya y la de NEOS, felizmente unidos —a lo que parece— por el amor a la patria, es decir, por vuestro concepto de la patria. Yo, como Camus, entre mi madre y la patria, me quedo con mi madre. Y, como Woody Allen, entre Dios y el aire acondicionado, me quedo con el aire acondicionado.

C.- El único concepto posible, ya que es inquebrantable y eterna. [Aquí añade dos simbolitos: 😋 y otro que no encuentro en el tablero de símbolos de blogger]. Te dejo, que me voy a ver el desfile. ¡Vaspaña!

E.- Disfruta de la marcialidad y el facherío.

Aquí me manda una foto de un helicóptero con bandera española al viento.

E.- La bandera se ve muy pequeña. La tienen pequeña.

C.- Sí, Nacho Vidal a un km también la tiene pequeña.

E.- No te dejes engañar por la perspectiva: es una mierdecilla de bandera.

C.- Ya, ya.

Aquí siguen dos banderas españolas (una de ellas con una imagen de la Virgen del Pilar superpuesta), que me ha mandado C., y varias banderas independentistas (la catalana, la vasca, la gallega, la canaria, la asturiana, la andaluza) y una de la República española con las que he contraatacado yo. A esta última C. ha respondido con otra tricolor en que se ha sobreescrito: "Subcampeones 1939", a la que yo he contestado con la de un cubo de basura en el que se había pintado una rojigualda tachada con una cruz negra.

C.- Pues es una jornada festival estupenda. Y, contra lo que sucede en diadas y otros aquelarres, esto no va contra nadie. Mira cuántos fachas:

Y aquí siguen varias fotos de los animosos asistentes a la fiesta.

C.- Sobre todo esta:

Y aquí, una foto de una tierna niña rubia agitando una banderita de España.

C.- Fachísima.

E.- Tienes toda la razón: es una jornada festiva estupenda para casi todos los fachas de Madrid y del país. Haz la prueba: pregunta a los que te rodean cuántos votan a la izquierda o aplauden al Gobierno. Te saltarán todos a la yugular, como haces tú mismo. Desengáñate: un día como hoy es patrimonio de la derecha desde que Franco (para quien era "el Día de la Raza") se apropió cuarenta años del concepto de patria y de sus símbolos nacionales, y la mejor ocasión que da el calendario para que el nacionalismo español se exalte en las calles. Y la Diada no es un aquelarre. Esa es una consideración propia de los nacionalistas españoles. Es otra manifestación nacionalista, pero de un nacionalismo distinto.

C.- Esta te va encantar.

Aquí, una foto de un portador de una bandera con la cruz de Borgoña y el águila bicéfala de los Austrias, y un vídeo con el paso de dos escuadrillas de cazas por el cielo de Madrid, con el que la multitud, enfervorizada, prorrumpe en una gran ovación y un clamor de "olés", que pone la piel de gallina. 

C.- Y mira, nosotros sí tenemos aviones de guerra. Je je, eres de lo que no hay. "Un nacionalismo distinto". Claro, distinto y peor, porque es excluyente y no se corresponde con una nación real.

E.- Todos los nacionalismos son excluyentes. También el tuyo. Y ninguno se corresponde con una nación real (tampoco el tuyo), porque tanto el nacionalismo como las naciones son construcciones humanas, provisionales y contingentes, dictadas por sus necesidades de protección y de acuerdo con los intereses de las clases dominantes.  

C.- Y lo fácil que es pincharte con estas cosicas, ¿qué? [Aquí, el símbolo de un besito].

E.- A mí estas cosicas me pinchan tanto como una paja (de las de mano, no de las de era). Ya sabes que yo nunca digo que no a una buena pelotera.

Aquí me manda un enlace del Instagram del Ejército del Aire y del Espacio (recientemente rebautizado así, para que quede claro que el Ejército, y la Patria de la que es brazo ejecutor, están en todas partes) que no puedo abrir porque no formo parte de esa red social. Casi prefiero que no se pueda abrir.

Luego hay un entreacto, en el que yo le mando un par de memes que no tienen que ver con el asunto (aunque uno indirectamente sí: "Una vez un sabio chino dijo: 'Solo cuando se posa un mosquito en tus testículos te das cuenta de que no todo se soluciona con violencia'") y la foto de un artículo publicado hoy en El País por Sergio del Molino sobre el objeto de nuestro debate, "Me siento extranjero".

C.- Es una falsa dicotomía. Las celebraciones tienen por objeto precisamente eso que dice al final: la vida compartida. Aun compartiendo el patriotismo constitucional, que es el que debe regir la vida pública (y esta celebración entra de lleno en eso), lamento que os falte el componente simbólico y emocional que le da sentido. Los británicos saben bien esto y nos lo demuestran, de manera ejemplar, cada cierto tiempo.

E.- Sí, con el Bréxit, por ejemplo.

C.- No son perfectos; no son españoles.

E.- Y yo lamento que a los nacionalistas os sobre el componente emocional que convierte vuestra posición en un disparate patriotero.

C.- Pero hablaba de celebraciones y símbolos. [A mi observación sobre el "disparate patriotero":] Ya, pero es que eso te lo inventas. Vivir en Cataluña distorsiona la percepción.

E.- Y vivir en el Madrid de Ayuso también. Tu percepción no es el centro de nada, ni menos distorsionada que ninguna. Es tan sesgada y nacionalista como cualquier otra.

[Aquí mando yo otro artículo de El País de hoy, "La guerra cultural del presente se libra en un pasado imaginario", firmado por Mar Padilla].

C.- Actualmente, el interés de El País es inversamente proporcional a su desprestigio... No tiene ningún sentido que Francia celebre a Carlomagno, Luis XIV y Napoleón, y nosotros nos dediquemos a decir que la Reconquista, Colón y Blas de Lezo o son imaginarios o son genocidas... Eso se ha acabado. Y Ayuso, por cierto, es la política que mejor presenta esa batalla. Ay, mi Ayusito. 

E.- Desprestigio es lo que os gustaría que tuviera. Comparados con El País, los panfletos que tú lees son hojas parroquiales. Quienes celebran a Carlomagno y los demás en Francia son los nacionalistas conservadores franceses, como los que celebráis la Reconquista (un concepto falso, por cierto) sois los nacionalistas conservadores españoles (y los neofascistas patrios: VOX et al). También Trump y sus huestes celebran a sus héroes, y Putin a los suyos en los ratos libres que le deja defender a la patria invadiendo Ucrania. El propio término "celebrar" es falaz y manipulador. La historia no hay que celebrarla ni denostarla, sino conocerla, y hacerlo críticamente, sin olvidar que siempre es un relato que construimos todos, aunque siguiendo las pautas que marcan los intereses de las clases dominantes en cada época. Y Ayuso no ha dejado de ser la política española más imbécil, por más elecciones que gane. Me sorprende que alguien tan inteligente como tú no reconozca algo tan obvio. Su batalla cultural, esa a la que tú te sumas tan entusiásticamente, es la típica pataleta de los pijos y privilegiados ante otra visión del mundo, que desnuda —e impugna— sus intereses, sus prejuicios y sus bicocas.

[Aquí le propino otro artículo, que me acaba de enviar un amigo dominicano, sobre "Anacaona, la cacique aborigen que desafió a Cristóbal Colón y fue condenada a una trágica muerte". Y digo al pie: "Por ejemplo..."].

E.- Por cierto, acabo de ver la noticia del desfile de hoy en Madrid en RTVE, y no han faltado los abucheos masivos al presidente del Gobierno, algo que siempre sucede cuando el presidente del gobierno es socialista. Si el acto fuera realmente festivo e institucional, de celebración de la patria común, esos abucheos no se producirían. Pero no lo es, sino una ocasión para que la gente de derechas, meros nacionalistas españoles, celebren su concepto excluyente (este sí) y retrógrado de la patria.

C.- De excluyente nada. Los abucheos Sánchez se los ha ganado a pulso, aunque yo no los emitiría durante una celebración oficial. Pero qué quieres que te diga: el pueblo no puede ser soberano para inventar una nación ficticia y no serlo para juzgar a un presidente nefasto. O todos moros, o todos cristianos.

E.- Excluye a los españoles de izquierdas, a quienes no comparten un mismo concepto de patria, a quienes defienden otra relación de las tierras de España con el Estado y a los no nacionalistas. Es más que excluyente: es partidista, como esos abucheos soberanos demuestran cada año. Franco se inventó una patria en la que no cabía quien no fuera franquista. El 12 de octubre actual expulsa a quien no sea conservador o fascista y españolista.

J.- Al contrario: los incluye a todos, hasta a los que lo rechazan. Y lo de Franco ya huele, macho.

E.- Los abucheos no indican inclusión, sino rechazo: exclusión. Y lo de Franco huele porque tiene que oler. La España que dejó, tras sus 40 años, todavía persiste.

La cosa ha quedado aquí. Pero no estoy seguro de que no se reavive todavía, dado que aún faltan algunas horas para que acabe esta emocionante jornada y que todo se puede esperar del ánimo siempre combativo de C., a quien tanto quiero.

4 comentarios:

  1. Estimado Eduardo: felicitarte por la entrada en el blog sobre la Hispanidad y por tu conciencia social sobre los grandes problemas que afectan a nuestra sociedad. Felicitarte por la próxima traducción de la biografía de Harold Norse, un Beat que no conocía. Recibe un saludo. Diego

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  2. Será buen amigo, pero madre mía, que duro es leer a nacionalistas españoles.

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  3. Qué aguante tienes, Eduardo. Con una persona así, por muy amigo que sea, se le manda donde pican los pollos y punto.

    Un abrazo enorme.

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  4. Te juntas con cualquiera, Eduardo.

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