domingo, 3 de mayo de 2020

Lecturas virtuales

El confinamiento del que, se dice, ya estamos saliendo no ha permitido celebrar, en el último mes y medio, ninguna clase de reunión física para hacer lecturas, presentar libros o festejar acontecimientos. Entre estos últimos, la cuarentena se ha llevado por delante nada menos que el Día Mundial de la Poesía (21 de marzo) y el Día Mundial del Libro (23 de abril). Para las editoriales, los distribuidores, los libreros y los escritores que cobran bolos y derechos de autor, esto ha supuesto un grave perjuicio económico; a los poetas, en cambio, únicamente nos ha herido el ego; y a los lectores no solo no los ha perjudicado nada, sino que los ha librado de un asedio constante y de un derroche de horas que, en muchos casos, mejor habrían dedicado a leer. Quizá el apagón no haya estado tan mal. A todos nos ha permitido descansar y acaso concentrarnos en una vivencia más callada, pero más auténtica, de la literatura. No obstante, como vivimos en una sociedad fabril, donde lo que nos justifica es hacer, hacer siempre y a toda costa, no nos hemos podido estar quietos y muchos se han preocupado por trasladar esas actividades vetadas en el mundo físico al mundo digital, donde sí eran posibles. Han menudeado, en consecuencia, las iniciativas que sustituían los encuentros públicos por una suma de grabaciones individuales, en las que, en general, los grabantes aparecen en el comedor de su casa o a la mesa de su estudio (no he visto a ninguno todavía declamando desde la cocina o el váter; yo tampoco lo he hecho) compartiendo sus versos o cogitaciones con la comunidad de internautas, que es casi lo mismo que decir con el universo mundo. Y, como el ego es incansable, como siempre está ahí, reclamando su libra de carne, su óbolo de alabanza y reconocimiento, cuando alguien me ha invitado a participar en alguna de esas iniciativas, no he sabido —no he querido— decir que no. No obstante, aunque había que satisfacer la vanidad, también había otras razones para aceptar: en primer lugar, la presencia digital se ha vuelto imprescindible para la supervivencia de muchas librerías y editoriales, y todos queremos —necesitamos— que sobrevivan; y, en segundo, es de agradecer que no se dejen caer del todo esas celebraciones —el Día de la Poesía, el Día del Libro y tantas otras— que nos cohesionan como comunidad de lectores y como partícipes de una cultura y una sociedad letrada. A lo largo, pues, de estas casi siete semanas de reclusión, he participado en varias de esas iniciativas internéticas, que relaciono a continuación, con mi agradecimiento a quienes me han invitado a hacerlo.

Mi buen amigo Juan Luis Calbarro, poeta, profesor y editor de Los Papeles de  Brighton, ha creado la serie "Poemas para combatir el coronavirus", en la que ha incluido a un buen número de poetas —entre los que celebro encontrar a Ricardo Hernández Bravo, Tomás Sánchez Santiago, Máximo Hernández, María Ángeles Pérez, Juan López-Carrillo y Moisés Galindo, entre otros amigos—, con la doble y loable intención de seguir difundiendo la poesía española de hoy y de proporcionar materiales de trabajo a los alumnos de su instituto. Yo aparezco en la entrega 12, del 28 marzo, en la que leo tres décimas de Décimas de fiebre, publicado por Los Papeles de Brighton en 2014. Era de justicia que leyera de ese libro. Dada mi habitual torpeza con lo digital, no supe eliminar del vídeo, hecho con el móvil, una pátina de luz dorada que hace que la grabación parezca de Egipto de los faraones. Juan me dijo que no me preocupara: que Sarita Montiel también se hacía envolver en una luz así para disimular las arrugas: https://www.youtube.com/watch?v=xjslQGK8D-k.

La editorial Vaso Roto celebró el Día Mundial de la Poesía reuniendo una serie de lecturas de autores a los que hubiera publicado, y los poemas que leyéramos habían de pertenecer, comprensiblemente, a alguno de esos libros. Volví a grabarme aquí con el móvil y con la dichosa luz que apergaminaba la imagen, aunque la buena gente de Vaso Roto se abstuvo, a diferencia de Juan, de hacer ningún comentario. Los breves poemas que leo constituyen una sección, "Escenas en un parque", del capítulo "Estampas del destierro", perteneciente a Muerte y amapolas en Alexandra Avenue, publicado en 2017: https://www.facebook.com/VasoRotoEdicionesMexico/videos/2840666566020468/.

La Asociación Colegial de Escritores de España, activamente dirigida por el poeta y escritor Manuel Rico, promovió —y sigue promoviendo— que sus asociados hablen, en la página web de la editorial, de algún libro que los haya marcado o que consideren de una importancia capital. Son píldoras de un par de minutos en las que no caben titubeos ni digresiones: se trata de elegir un libro y de razonar muy sintéticamente por qué lo hemos elegido. Yo me decanté por el Canto general de Pablo Neruda, un libro monumental para la literatura y para mí. Esto dije —ya sin molestas candilejas: había aprendido a grabarme con el ordenador— el 7 de abril: https://es-la.facebook.com/1442838859353108/videos/2250808248561667/

Vaso Roto volvió a demostrar la importancia que otorga a las redes sociales, y la habilidad con que las maneja, el Día del Libro. Ahora se trataba de leer algún poema —del libro o libros de la editorial— durante un cuarto de hora, en una cadena de ciento veinte minutos que empezaba con Sonia Bentancort y acababa con Aurelio Major, y en la que nos íbamos dando paso unos a otros. Celebré encontrarme con buenos amigos en esa cadena, como Javier Pérez Walias, María Ángeles Pérez López, Amalia Iglesias y el propio Aurelio. Leí dos poemas: el primero, en prosa, de Insumisión, publicado en 2013, sobre el poeta Ezra Pound; y el segundo, en verso, de Muerte y amapolas en Alexandra Avenue, sobre la experiencia de la soledad durante mi estancia de dos años y medio en Londres: https://www.facebook.com/VasoRotoEdicionesMexico/videos/d%C3%ADadellibrovr-con-eduardo-moga-autor-de-vaso-roto/529996617709070/?__so__=permalink&__rv__=related_videos.

Por fin, la diligente librería Enclave de Libros, de Madrid, ha lanzado la propuesta de PoesíaVoz, un "baúl de voces e ideas de poetas y editoriales en estado de alarma". Se trata de un archivo sonoro en el que figuran ya muchos excelentes poetas actuales, como Ada Salas, Miguel Ángel Curiel, Eduardo Milán, Alberto Chessa, Rosana Acquaroni, Jeannette Clariond, Enrique Falcón, Jorge Riechmann, Ernesto García López, Javier Lostalé, Miguel Casado, Miguel Ángel Muñoz Sanjuán, Chantal Maillard, Juan Carlos Mestre u Olvido García Valdés. Yo contribuyo con un poema de un libro inédito, Todo queda en nada, en el que aún estoy trabajando. No obstante, considero ese poema, "A veces me dan ganas de gritar", razonablemente acabado : https://drive.google.com/file/d/1MW0yQ4dcA4ULqVqji_dA4RC8MJ5urbjU/view.

(Aunque todavía no están en la Red, hoy mismo he aportado sendos poemas a otras dos iniciativas digitales: he leído el poema "Los burócratas", de Roque Dalton, para un homenaje que se le está preparando con ocasión del 85º aniversario de su nacimiento y el 45º de su asesinato; y he vuelto a seleccionar tres décimas de Décimas de fiebre para la fonoteca de reddoormagazine, de Copenhague, que recoge obras de poetas de todos los países e idiomas).

1 comentario:

  1. Me parece que las he escuchado todas. Temo acabar como Kathy Bates en la peli.
    Me uno a tus gritos.

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